Redacción Efeminista América.- Los feminicidios y los abusos sexuales en los espacios públicos son los crímenes que más temen sufrir las mujeres que viven en Bogotá, Cartagena y Tumaco, y que limitan su movilidad en estas tres ciudades de Colombia en las que el 85 % de ellas se sienten inseguras o muy inseguras.

Estos, son algunos de los resultados del reciente informe sobre la percepción de seguridad de las mujeres en estas tres zonas de Colombia al que tuvo acceso Efe, un documento que es parte del proyecto «Ciudades Seguras y en Paz: Por una vida libre de violencias contra las mujeres en Colombia», de la organización internacional Movimiento por la Paz, en conjunto con la Asociación Manos Amigas y la Red de Empoderamiento de Mujeres de Cartagena y Bolívar.

El informe analiza los resultados de encuestas realizadas en 2020 y en 2022 a 270 mujeres de las tres localidades, que señalaron que el temor hacia las violencias basadas en género está por encima del que pueden sentir frente a otros delitos como atracos y robos.

El miedo a sufrir estas violencias «es uno de los fenómenos que más ha impedido su libre desarrollo y su libre movilidad», según explica la directora de la Asociación Manos Amigas en Bogotá, Alcira Bolaños.

«Muchas mujeres son víctimas de violencia en Colombia, se les impide la libre movilidad, la permanencia en espacios, y esto se da mediante el asesinato, la intimidación, el abuso sexual o el acoso permanente», agrega.

CIUDADES INSEGURAS PARA LAS MUJERES

Las mujeres de las tres zonas han coincidido en que se sienten más inseguras entre las 18:00 y las 23:59.

Sin embargo, en Cartagena un 19 % de las habitantes asegura que se siente insegura «a cualquier hora del día».

El transporte público es el medio de movilización que más frecuentan las mujeres en las tres zonas, dato que se mantiene tanto en 2020 como en 2022. En el caso de Tumaco y Cartagena, el 67 % de las mujeres lo considera como un medio de transporte inseguro o relativamente inseguro.

Casi la mitad de las mujeres, el 46 %, ha sufrido o presenciado algún tipo de agresión en el espacio público en lo que va de 2022, apenas un 5 % menos que en 2020, cuando el 51 % de las encuestadas reportó haber recibido algún tipo de agresión. Esa cifra se eleva al 75 % cuando se refieren a la violencia sufrida a lo largo de su vida.

Sin embargo, en Tumaco apenas un 5 % llamó a la policía tras la agresión, en Cartagena lo hizo un 37 % y en Bogotá un 17 %.

«Aunque aquí en Colombia se dice que las instituciones del Estado y las leyes te dan seguridad, nosotras no sentimos seguridad con los estamentos del Estado. Ni militares, ni de la Alcaldía, ni Procuraduría, ni Fiscalía. Aunque hemos hecho un gran esfuerzo, para nosotras no es suficiente. Los casos de violencia sexual no se atienden, no son prioridad», explica Luz Mary Rosero, participante del proyecto e integrante de Corporación Caminos de Mujer.

Rosero agrega que el machismo está muy presente en estas instituciones. «Cuando una mujer dice que ha sido violentada y pide ayuda, le dicen: ‘No, ese es un caso de ella y su marido’; ‘No, es que ella qué hizo’. Siempre la responsabilidad en función de todo lo que pase, y lo que el hombre haga en maltratos y violencias, es de las mujeres».

PROYECTO PARA GENERAR SEGURIDAD

Jael Moya Ramírez, responsable del Movimiento por la Paz en Colombia, conoce bien las limitaciones del Estado. Es por eso que afirma que el objetivo del informe y del proyecto en general ha sido generar condiciones en las organizaciones de mujeres para que puedan ejercer como defensoras y lideresas en sus comunidades.

«Entonces se planteó trabajar y generar con ellas herramientas que permitieran su autoprotección. Planes de protección, agendas organizativas en clave de defensa de los derechos, con medidas que las hagan sentir seguras», explica.

Además, con estos resultados se busca sensibilizar «a los hombres frente a las violencias de género para cambiar las concepciones machistas que llevan a que las mujeres sean violentadas».

«La institucionalidad seguirá siendo un reto porque no cuenta con elementos para la atención y menos para la prevención. No hay una política concreta que esté enfocada en colegios, en menores y demás, o que vaya inculcando y sensibilizando frente a la no violencia contra la mujer y tampoco existe una disposición para hacerlo», dice Moya.

Por eso afirma que, pese a que en estos dos años de trabajo en los que se han enfocado en generar espacios seguros para las mujeres en sus ciudades la percepción de seguridad no ha mejorado considerablemente, las mujeres ya cuentan con herramientas para defenderse.

«Tienen el conocimiento para enfrentar esa inseguridad. Saben dónde y cómo actuar para activar una ruta de atención», concluye.

 

EFE

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