Francia plantará 1.000 millones de árboles de aquí a 2030 adaptados al clima futuro teniendo en cuenta en particular el aumento de las temperaturas y los nuevos regímenes de precipitaciones con sequías más frecuentes y mayor riesgo de fenómenos extremos.
La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, presentó este viernes los grandes ejes de su Estrategia Nacional de la Biodiversidad, que prevé hacer de la conservación de la naturaleza «un reto colectivo», explicó su departamento en un comunicado.
Borne, que hizo una visita al Parque Nacional de Bosques de Champaña y Borgoña acompañada del comisario europeo del Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius, y de varios de sus ministros, quiere implicar a regiones y municipios, empresas y ciudadanos.
Uno de los desafíos de los ayuntamientos es la «renaturalización» de los centros de las ciudades, y con las empresas es el etiquetado medioambiental de la ropa y de los productos alimentarios desde 2024.
Uno de los ejes de la estrategia francesa es rebajar la presión sobre la biodiversidad, por ejemplo con el plan que se presentará en unas semanas para disminuir el uso de pesticidas, pero también la aplicación práctica del principio de la llamada Cero Artificialización Neta (ZAN, por sus siglas en francés).
Con la ZAN, Francia se ha marcado el objetivo primero de disminuir en un 50 % para 2030 el ritmo de artificialización de suelos a costa de espacios naturales, agrícolas y forestales, para llegar al 100 % en 2050.
Eso significa que a mediados de siglo para, por ejemplo, construir viviendas, almacenes, fábricas, carreteras o cualesquiera otras infraestructuras en un suelo natural, habrá que devolver al estado natural una superficie equivalente hasta entonces artificializada.
Se trata de acabar con la progresiva reducción de los suelos naturales, que en francia tiene un ritmo de 20.000 hectáreas anuales.
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