Un militar español durante una patrulla de la misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL) por el sur del país. EFE/Noemí Jabois

El general de brigada español Guillermo García del Barrio, al mando de 3.500 de los cascos azules desplegados en el Líbano, no espera un repunte «significativo» de la violencia este verano, pese a los renovados temores al estallido de una guerra abierta entre el grupo chií Hizbulá e Israel.

El alto mando desgrana los entresijos de su misión en medio del fuego cruzado durante una entrevista con EFE en la base Miguel de Cervantes de Marjayún, en el sur del Líbano, donde comanda no solo a casi 650 militares españoles sino también al resto del sector Este de la misión de la paz de la ONU (FINUL).

Preguntado por los miedos surgidos en las últimas semanas a una guerra abierta entre Hizbulá e Israel, García afirma que «en principio» este verano «no se prevé una escalada mayor», si bien destaca que a finales de agosto termina la última extensión del mandato de la FINUL.

«Correspondería ahora hacer alguna nueva modificación, extensión o renovación de la citada resolución, y podría en algún caso producirse un leve repunte de la tensión en la zona fundamentalmente para dar motivo a ese mantenimiento de la presencia de las Naciones Unidas en el sur del Líbano», consideró.

«Pero no apreciamos o no esperamos un repunte significativo de la tensión actual», recalcó.

Limitaciones

Según García, la FINUL es vista como «esa línea muy delgada» que separa el escenario actual de uno de guerra abierta y él mismo considera su presencia como «fundamental» para que ese extremo «no llegue a producirse nunca». «Y realmente creemos que no se va a dar», zanjó.

A su llegada al Líbano el mes pasado, cuando la Brigada Aragón I que comanda tomó el relevo a su predecesora, se encontraron un escenario «permanentemente en evolución» y «muy impredecible», con un intercambio de acciones de fuego «bastante numerosas» y unos 93.000 desplazados del lado libanés.

«Pero nosotros continuamos desarrollando nuestra misión como lo hemos hecho siempre, que no es más que hacer cumplir la resolución 1701 de Naciones Unidas», recordó el militar, en referencia al texto que puso fin a la guerra de 2006 entre Hizbulá e Israel.

Su cometido es evitar que la zona sea utilizada para actividades hostiles, apoyar a las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF) y supervisar el cese de hostilidades, aunque el general reconoce que «obviamente» esto último «no se está cumpliendo» en la actualidad.

Para los cascos azules, el estallido de violencia que azota el sur del Líbano desde octubre supuso un incremento de las medidas de protección de la fuerza.

«Aquí hay establecidos una serie de niveles que en función de la amenaza pues hay que adoptar bien el nivel dos, que nos implica ponernos chaleco y casco, y dirigirnos a la posición de Naciones Unidas más cercana. Y ya nivel tres, meternos en el búnker», dijo García.

«Eso es una limitación importante, porque obviamente cancela o modifica las patrullas», detalló.

El número de actividades operativas que realizan es prácticamente el mismo que antes del inicio de las hostilidades hace ocho meses, entorno a 200 o 250, pero ahora el 6 o 7 % de ellas tienen que ser canceladas.

En este sentido, el general comenta que reciben avisos previos sobre las acciones de Israel contra la zona, una información que les llega a través de la célula de enlace en el cuartel general de la FINUL, en contacto permanente «tanto con el Líbano como con Israel».

«Respecto a las acciones que se hacen desde el sur del Líbano, nunca se ha recibido ninguna información», apuntó.

Planes de futuro

Preguntado por qué pasaría con sus fuerzas en caso de guerra abierta y sobre la posibilidad de una retirada, recalca que tal decisión estaría en manos de las Naciones Unidas.

«Actualmente todas las situaciones que se nos puedan dar están contempladas y además planeadas, pero como se hace en cualquier otra operación militar (…) Esa indudablemente es una de las opciones que se pueden dar también en este escenario y que hay que planear», aclaró.

Al otro lado de la balanza está el escenario demandado por la comunidad internacional y al que las partes dicen estar dispuestas tras el eventual final de las hostilidades: la total implementación de la resolución 1701.

Del lado libanés, esto implica la salida de grupos armados de la franja fronteriza y más presencia de las LAF. García cree que, de lograrse, la misión de la ONU no tendría que modificar «su forma de operar».

«En dicha resolución se permite a las fuerzas de UNIFIL que despliegue hasta un máximo de 15.000-17.000 cascos azules en la zona, número que actualmente no se alcanza, por lo cual dentro de la actual resolución sería factible un incremento de la fuerza», subrayó.

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