Georgia celebra el sábado unas elecciones parlamentarias clave para su futuro europeo en medio de crecientes tensiones entre el país caucásico y Occidente por el acercamiento del actual Gobierno al Kremlin. Más de 3,5 millones de georgianos están llamados a las urnas para elegir a 150 diputados justo cuando, según Bruselas, "las relaciones entre Georgia y la Unión Europea se encuentran en un mínimo histórico". EFE/Misha Vignanski

Georgia celebra el sábado unas elecciones parlamentarias clave para su futuro europeo en medio de crecientes tensiones entre el país caucásico y Occidente por el acercamiento del actual Gobierno al Kremlin.

«Nuestro país necesita un claro futuro europeo. Es una cuestión de guerra y paz y la sociedad debe elegir la paz», dijo Irakli Kobajidze, primer ministro georgiano, en vísperas de la votación.

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania el partido gobernante Sueño Georgiano ha adoptado políticas y aprobado leyes que la oposición y las instituciones occidentales han visto como un alineamiento con la legislación represiva rusa.

Más de 3,5 millones de georgianos están llamados a las urnas para elegir a 150 diputados justo cuando, según Bruselas, «las relaciones entre Georgia y la Unión Europea se encuentran en un mínimo histórico».

Elecciones disputadas

Todas las encuestas dan por segura la victoria de Sueño Georgiano. Algunas incluso le otorgan en torno al 60 % de los votos, lo que le garantizaría la posibilidad de gobernar en solitario.

Las autoridades presumen de que, pese a la contienda en Ucrania, la situación económica en el país ha mejorado y, de hecho, el Banco Mundial ha elevado hasta el 7,5 % las previsiones de crecimiento para este año.

No obstante, otras precisan que sólo logrará un tercio de los votos, lo que allanaría el camino a la oposición, cuyo líder en la sombra, el expresidente Mijaíl Saakashvili, está en prisión.

La oposición se ha unido por primera vez en muchos años. Ha formado cuatro coaliciones, que han acordado cohabitar y forjar un gobierno técnico si logran la mayoría parlamentaria.

Según los sondeos, esas cuatro alianzas electorales podrían superar la barrera del 5 % de los sufragios y acceder al Parlamento.

Su as en la manga es la decisión de la UE de congelar las negociaciones con Tiflis después de la reciente aprobación de una ley que persigue a las organizaciones financiadas desde el exterior.

La oposición ve la convocatoria como una especie de referéndum entre el regreso de Georgia a la senda prooccidental o la transformación del país en un satélite ruso.

La sombra de la guerra

Sueño Georgiano, que acusa a la oposición de querer convertir el país en un «segundo frente» contra Rusia, ha recurrido al miedo a la guerra para mejorar sus opciones de victoria.

«No a la guerra, elige la paz», es el lema del partido oficialista. Los carteles en las calles incluyen dos fotos, una con imágenes de la destrucción en Ucrania, y otra con una imagen idílica del país caucásico.

El fundador de la formación gobernante, Bidzina Ivanishvili, ha asegurado en los últimos meses que Occidente quiere utilizar a su país como «carne de cañón».

El actual gobierno, en el poder desde 2012, insiste en que las relaciones con Occidente mejorarán tras las elecciones presidenciales en EEUU y recuerda que fue él el que incluyó (2017) en la Constitución la aspiración a ingresar en el bloque europeo y en la OTAN.

«Las elecciones coinciden con la alarmante situación geopolítica debido a la guerra en Ucrania. Llamo a todos aquellos que aman el país, a todos los patriotas, a votar. A ustedes puede no gustarle Sueño Georgiano, pero hay que votar por la paz y estabilidad», señaló.

El factor Ivanishvili

Ivanishvili, un magnate de 68 años, no sólo es el hombre más rico del país, sino el más poderoso. Antiguos colaboradores consideran que todas las decisiones pasan por su despacho, aunque él no ostente ningún cargo oficial.

La oposición considera que Ivanishvili, que labró su fortuna en Rusia, ha puesto en marcha una «política colaboracionista», que incluye la apertura en mayo de 2023 de vuelos directos con Moscú y la propuesta de pedir perdón a la región separatista de Osetia del Sur por la guerra de 2008.

Los analistas han advertido sobre posibles protestas antigubernamentales en caso de sospecha de fraude, pero Ivanishvili echó un jarro de agua fría a esos temores.

«Pese a los posibles intentos de desestabilización todo irá bien. Ninguna provocación funcionará. Nos acostaremos y nos despertaremos tranquilamente el día 27», dijo, aunque la oposición ya ha reservado la céntrica Avenida Rustaveli para manifestarse tras el cierre de los colegios.

El conocido activista juvenil Sandro Kinkladze, adelantó que saldrá con sus partidarios «o con champán para celebrar la derrota de Sueño Georgiano o con suero fisiológico (para restregarse los ojos) si aparecen los antidisturbios».

«Ivanishvili sabe que su mandato terminó. Está nervioso porque teme perder su riqueza. ¡Deja al país en paz!¡Acéptalo, has perdido!», añadió el diputado Georgui Vashadze, del partido Renacimiento.

El Kremlin negó injerencias en las elecciones georgianas, aunque el jefe del Servicio de Espionaje Exterior, Serguéi Narishkin, se mostró convencido de que los georgianos tomarán la decisión «correcta» al votar por «fuerzas patrióticas»

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