Era el sueño más deseado: volver a ser campeones del mundo. Con Lionel Messi como Balón de Oro de Qatar 2022 y como héroe de esta selección, que, por fin, rompía la espera de 36 años desde la cita de México 1986. Pero el gran festejo público con la afición en Argentina estuvo teñido de desconcierto e improvisación.
La alegría de los aficionados que abarrotaban las principales avenidas de Buenos Aires, sobre todo la 9 de Julio y los alrededores de su punto más emblemático, el Obelisco, desde muchas horas atrás quedó empañada por momentos de caos.
Los cambios constantes del itinerario que debían hacer los campeones llevaron a ver a miles y miles de personas trasladándose a pie por las calles e, incluso, corriendo por la autopista de conexión entre la provincia de Buenos Aires y la capital, por donde supuestamente iba a ingresar el autobús descapotable de la selección.
A diferencia de lo que sucede en la mayor parte de celebraciones deportivas de esta índole en todo el mundo, la Albiceleste no fue a saludar al jefe de Estado, después de varias idas y vueltas que hicieron pensar a muchos aficionados concentrados en la céntrica Plaza de Mayo que sus ídolos visitarían la Casa Rosada, sede del Ejecutivo.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, no viajó a Catar para presenciar la final del Mundial contra Francia, pero tampoco tuvo ocasión de encontrarse con los campeones ya en Buenos Aires.
A diferencia de lo sucedido en 1986, cuando Argentina -con Diego Armando Maradona a la cabeza- saludó a la afición desde la Casa Rosada, y en 2014, cuando la entonces presidenta, Cristina Fernández, visitó a la selección en el predio de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), pese a la derrota en la final de Brasil contra Alemania, esta vez no hubo contacto con políticos.
En un país tan polarizado como Argentina, el temor de los jugadores a que su imagen sea utilizada como proselitismo político y, según comenta la prensa local, las diferencias entre el dirigente de la AFA, Claudio ‘Chiqui’ Tapia, y el mandatario, concluyeron en la ausencia de foto oficial con Fernández, quien decretó que este martes fuera festivo para las celebraciones en las calles.
El dispositivo de seguridad incluyó tres gobiernos implicados: el de la Nación, el de la provincia de Buenos Aires -donde se encuentran tanto el Aeropuerto Internacional de Ezeiza como el recinto deportivo de la AFA- y el de la capital.
Dispositivo caótico
Y, pese a la coordinación previa, la caravana -que desbordó todas las previsiones, con casi cinco millones de personas- se volvió caótica desde el arranque: el recorrido se cambió varias veces durante la jornada y, pese a que el Obelisco fue el punto de celebración en varios momentos del Mundial y se preveía como lugar de saludo de los futbolistas, no pudo ocurrir.
Ante la aglomeración de personas en las calles de Buenos Aires desde muchas horas antes de la salida de la caravana de la ‘Scaloneta’, sin ningún tipo de vallado ni medida extra de seguridad más allá de la presencia policial, los futbolistas debieron cambiar el rumbo de su marcha y terminar esta por el aire.
El helicóptero fue el modo con el que la Albiceleste completó su recorrido de regreso al predio de la AFA: tras elevarse desde un parque de la capital, los futbolistas sobrevolaron la 9 de Julio y la autopista 25 de Mayo, hacia donde se trasladaron muchos seguidores pensando que ese sería el lugar de saludo, sin que así ocurriese.
Pese a todo, los aficionados siguieron de fiesta hasta última hora del martes y es que, como muchos decían, estaban ahí solo para homenajear a la selección, al margen de ver o no a sus ídolos.
Al final de la jornada, el recinto deportivo quedó vacío, pues tanto el seleccionador, Lionel Scaloni, como el resto de sus futbolistas viajaron a sus lugares de procedencia para disfrutar los próximos días en familia.
Entre ellos, el mejor jugador del Mundial, Lionel Messi, que viajó a media tarde con Ángel di María, a su Rosario natal, donde se esperan más homenajes en los próximos días. Del avión privado que los trasladó a Rosario, los futbolistas subieron a un nuevo helicóptero.
Ese medio de transporte tiene en Argentina el triste recuerdo de una fecha como hoy. El 20 de diciembre de 2001, el entonces presidente, Fernando de la Rúa, renunció en medio de una severa crisis social, política y económica y salió de la Casa Rosada por esa vía.
Tres años después, el grupo de rock Bersuit Vergarabat publicó una canción -que incluyó la famosa anécdota de «cinco presidentes en una semana»- como perfecto resumen de los tópicos que inundan el carácter argentino: «Del éxtasis a la agonía / Oscila nuestro historial / Podemos ser lo mejor / O también lo peor / Con la misma facilidad».
Su título quedó en el imaginario colectivo y resume a la perfección lo vivido en esta jornada: «La argentinidad al palo».
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