Evangelio

“En aquel tiempo, Jesús continuó diciendo: «¿A qué puedo comparar el Reino de Dios? ¿Con qué ejemplo podría ilustrarlo? Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su jardín. Creció y se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se refugiaron en sus ramas.» Y dijo otra vez: «¿Con qué ejemplo podría ilustrar el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina hasta que fermentó toda la masa.»   

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

 La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta, entre otros santos, en honor a San Frutos, ermitaño y mártir, Su nacimiento se sitúa en el año 642.  Su muerte tiene lugar el año 715 en la paz del Señor, tras una experiencia verdaderamente mística en los últimos años de su vida. Y esta vivencia le alivia, y lo fortalece en los momentos en que sufre el martirio como sus hermanos a causa de su fidelidad al Evangelio, empezando por vender todo cuanto tenía y concluyendo por derramar su propia sangre.

Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 13, del verso 18 al verso 21. En el que JESÚS, con dos ejemplos pequeños y de la vida cotidiana, compara al Reino de Dios. Ambos ejemplos son insignificantes para muchos, sin embargo, el grano de mostaza y la pizca de levadura, son dos potencialidades que se notan poco en el momento, pero una vez que comienza su acción transformadora en poco tiempo dan un resultado extraordinario.

Y lo que hay que hacer es darle tiempo para que la semilla germine y produzca, al igual que la levadura hay que darle tiempo para que fermente la masa. En ambos casos se resalta la pequeñez de los principios y el ulterior desarrollo esplendoroso, tal como sucede con el Reino de DIOS, cuando hace tienda en una persona o comunidad, al principio está las incógnitas, los desafíos, los problemas, pero con discernimiento y apertura de corazón, se logra el crecimiento y la maduración.

El profeta Ezequiel había usado una imagen parecida, pero mucho más ambiciosa: “Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel; para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble” (Ez 17,23-24). JESÚS renuncia a la imagen elevada y pone de ejemplo algo mucho más humilde, más común. Y es que JESÚS nos invita al optimismo: aunque los resultados se noten poco, lo importante es la disposición, para saber que algo se ha sembrado en nosotros y que el Reino de DIOS está creciendo de manera paulatina.

Al confrontarnos con el texto, nos complacemos en esta palca, pero significativa enseñanza, que nos ayuda a entender la pedagogía de DIOS, que no descansa en la Búsqueda de la felicidad para el centro de Su Creación que es el ser humano. Y que, en una sociedad excluyente e indiferente, como la nuestra, hace que redoblemos nuestra esperanza y la posibilidad de soñar con un mundo mejor, y para que esos sueños se hagan realidad, DIOS necesita que cada uno de nosotros, seamos levaduras o semillas de mostaza, es decir, que seamos Sus brazos ejecutores para poder llevar a feliz término Su Obra.

Y ante el surgimiento de nuestra negatividad por creer que no somos aptos, muy pertinente es refrescarnos la memoria, para recordar que el punto de partida de la Acción Evangelizadora de JESÚS, está en los pequeños y en los excluidos. Así podemos entender que el proceso de crecimiento de la semilla está en el orden de ayudar a los otros. Por eso nos comparte el ejemplo de la mujer que trabaja la masa, que lo compara con el modo de proceder de DIOS, que al igual que ella, de manera humilde y callada, trabaja para elaborar el pan, Él actúa a través de los pequeño y excluidos, de manera lenta y progresiva, para transformar el mal en bien y el llanto y la desesperación en remansos de paz y de alegría.

Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Qué significado tiene para mí el Reino de Dios? ¿Qué tan cerca o lejano, siento la Presencia de DIOS en mi vida personal y comunitaria? ¿Cómo contribuyó al cambio de las realidades adversas de la vida de mis semejantes, que los haga cambiar sus tristezas en alegría y su derrotismo en optimismo?

Señor JESÚS, Tú nos llamas con nuestras limitaciones y fallas, para que tal como sucede con la levadura o con la semilla de mostaza, que, siendo insignificantes, dan resultados extraordinarios, podamos también nosotros, con la Fuerza de Tu Espíritu, transformar el mal en bien y la desesperación en remansos de paz y de alegría.

Amén

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