En el siglo XIII, Greccio, una aldea en el centro de Italia, asistía a la primera representación del nacimiento, una idea que cambió para siempre la Navidad y que este año se celebra especialmente por su octavo centenario.
Corría el año 1223 cuando, según la tradición, san Francisco de Asís representó por primera vez la historia del nacimiento de Jesucristo en una gruta situada en esta pequeña localidad montañosa en la provincia de Lacio, cerca de Roma.
El santo, patrón de Italia, eligió el valle de Rieti, un lugar por entonces muy pobre, para iniciar una tradición que hoy en día se celebra con fuerza en el mundo católico: el primer belén viviente de la historia.
El municipio, en el que viven unas 1.600 personas, está a unas dos horas de carretera desde Roma y durante los fines de semana previos a la Navidad es visitado por numerosos turistas, «una bendición» para un lugar que ha hecho del nacimiento de Cristo su principal atractivo, reconoce a EFE su alcalde, Emiliano Fabi.
Belén de Francisco
Greccio emula cada Navidad la representación que ideó el santo con ayuda del señor del pueblo, Giovanni Velita, y de los habitantes del valle.
Para el ‘poverello’, el valle del Rieti fue un enclave estratégico a la hora de conformar su legado. Allí representó el primer nacimiento, y escribió las reglas definitivas de la orden y el Cántico de las Criaturas, además de fundar varios santuarios.
Tras una visita a Palestina, Francisco mandó enviar a una gruta a dos kilómetros del centro de Greccio, donde hoy se sitúa el santuario, una mula y un buey para representar el nacimiento.
De este modo convirtió esta pequeña localidad, hermanada con la de Belén, en un punto de referencia del cristianismo, habiendo recibido visitas de pontífices como Francisco en 2016 y 2019 o san Juan Pablo II en 1983.
Esta visión del santo de Asís es celebrada cada 24 de diciembre en este pueblo elevado a 700 metros sobre el nivel del mar y en la que participa, como hace 800 años, la mayoría de la población.
Navidad todo el año
Tanto es así que Greccio explota continuamente esta tradición, con belenes literalmente por cada rincón.
«Estamos encantados de recibir turistas. No se qué hubiéramos hecho si san Francisco no hubiera parado aquí», dijo a EFE Piero, un empleado de un restaurante en la céntrica Plaza de Roma, donde estos días se sitúa además un mercado navideño en el que los artesanos de la localidad venden sus figuritas y otros productos.
Pero el plato fuerte es un Belén viviente que se representa a los pies del santuario franciscano de la localidad y al que asisten entre 60.000 y 70.000 visitantes cada Navidad, según el regidor.
La artesanía belenística es la que más se luce estos días, pero no es la única de las actividades con las que se celebra este aniversario.
800 años del primer nacimiento en Greccio
Greccio acoge durante todo el año el Museo Internacional del Nacimiento, que, unido a un sinfín de exposiciones y muestras, espectáculos de luces en la localidad y otra serie de eventos, celebrará en los próximos años varios hitos de la vida del santo.
En 2024 conmemorará los 800 años del Don de los Estigmas de san Francisco, en 2025 del Cántico de las Criaturas y en 2026 su muerte, señaló el alcalde, que ya planea un programa de actividades.
Incluso el Vaticano ha colocado en el centro de sus celebraciones navideñas a esta pequeña aldea, que suele realizar las figuras del portal que coloca cada año en la Plaza de San Pedro.
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