
En los alrededores del Paseo Caroní, especialmente en Sierra Parima, parroquia Unare de Puerto Ordaz, vendedores informales y trabajadores del transporte público enfrentan diariamente la difícil tarea de ganarse la vida.
La fluctuación constante de los precios en supermercados, bodegas y mercados limita sus ingresos, permitiéndoles apenas cubrir una o dos comidas al día, en medio de una economía dominada por un dólar inestable que no da tregua.
Ray Hernández, afiliado a la línea de transporte “La Revolución” que opera en el Centro Comercial Ciudad Alta Vista I, enfrenta a diario el desgaste de su vehículo. El motor, con problemas de compresión y alto consumo de aceite, lo obliga a reponer entre medio y un litro de lubricante cada día para evitar daños mayores.
“El litro de aceite de buena calidad puede superar los 20 dólares, según la tasa del Banco Central de Venezuela. El PDV cuesta 13 dólares y el aceite de tambor, 4 dólares”, explica Rodríguez.
A este gasto se suma el de la gasolina, paga 20 dólares por 40 litros, cantidad que solo le permite trabajar durante dos días. “Debo llevar comida a mi casa, comprar el litro de aceite y asegurar los 20 dólares para la gasolina”, relata el transportista, quien cada jornada enfrenta el reto de cubrir los costos básicos para poder seguir trabajando.
Barbero
“El dólar se ha convertido en un dolor de cabeza para nosotros, los venezolanos”, expresó Anniel Rodríguez, barbero de oficio, mientras atendía a un cliente.
Explicó que un corte de cabello cuesta 4 dólares, calculados en bolívares según la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV), pero advirtió que “lo que se gana hoy, mañana se desvaloriza, porque el precio del dólar en bolívares sube todos los días”.
Rodríguez detalló que sus ingresos apenas alcanzan para cubrir el sustento familiar y comprar los insumos necesarios para su trabajo, como las hojillas, que se usan una sola vez por corte y luego se desechan. “Un paquete de cinco hojillas cuesta entre 80 y 100 bolívares”.
Además, indicó que la clientela ha disminuido. “Muchas veces un caballero no tiene los cuatro dólares para el corte, por lo que hay que cobrarle tres dólares”.
En un buen día, puede realizar hasta ocho cortes, pero en jornadas malas atiende solo entre tres y cuatro clientes.
Caramelos y cigarrillos
“Tres caramelos por 10 bolívares”, responde Yalin Pento Butanco a una persona que se acerca a preguntar por los precios de las golosinas. Ella lleva tiempo vendiendo caramelos a pocos metros de la parada del transporte público.
Trabaja medio tiempo en este lugar y luego se traslada a su casa para atender un emprendimiento propio, la cría de 50 pollos que posteriormente vende por kilo.
Tiene tres hijos: uno de 20 años, otro de 17 que está por graduarse de bachiller y un tercero de 13 años que cursa primer año de secundaria. Su esposo trabaja en la Corporación Venezolana de Guayana, pero no cuentan con casa propia.
Pento comenta que puede ganar entre 350 y 450 bolívares diarios con la venta de dulces y cigarrillos. Un paquete de 100 caramelos cuesta 130 bolívares en la tienda, según la marca, mientras que los caramelos de leche tienen un precio de 150 bolívares, calculado al tipo de cambio del Banco Central de Venezuela (BCV).
En cuanto a la cría de pollos, asegura que le va bien, a pesar de invertir 280 dólares en 50 pollos y cinco sacos de alimento. “En 41 días obtengo pollos de dos kilos y medio. Con la ganancia me vuelvo a abastecer para continuar con el emprendimiento”.
Trabajador del transporte público
“A veces el pasajero paga entre 20 y 25 bolívares por el servicio; también hay quienes cancelan 30 bolívares sin exigir cambio de los cinco bolívares”, explicó Germán Belmontes, conductor de su propia buseta que cubre la ruta directa hasta Alta Vista y viceversa.
Belmontes aclaró que, tras trabajar de sol a sol, sus ingresos solo alcanzan para llevar el pan a la mesa de seis personas: su nieto, dos hijos, un hermano, su esposa y él mismo, quien se esfuerza por mantener el hogar.
El conductor detalló que diariamente gana entre 300 y 400 bolívares, y en días con mayor flujo de pasajeros puede llegar a 600 bolívares, monto que “solo alcanza para costear el almuerzo. Los demás gastos los cubro con la pensión y los bonos que entrega el Gobierno”.
Belmontes salió incapacitado de la empresa Venalum, donde trabajó durante varios años y llegó a ocupar el cargo de supervisor.
“Debo seguir trabajando para mantener a mi familia y el vehículo que me genera el sustento diario. El dinero que produce el carro no se puede tocar, porque cuando se daña hay que invertir en aceite, repuestos, cauchos y otros insumos, cuyos precios cambian a diario”.
Café y caramelos
Yurimar Castro asegura que no la tiene fácil. “El precio de los productos varía a diario. Un vasito de café cuesta entre 20 y 30 bolívares, dependiendo de cuánto pague por un cuarto de café molido, que luego mezclo con Yocoima o Dorado para obtener medio kilo, que me dura una semana”, explicó.
Detalló que trabaja en la parada de Sierra Parima de lunes a viernes, y los sábados se dedica a comprar los insumos necesarios para continuar vendiendo al inicio de la siguiente semana.
Ella, igual vende caramelos de todos tipos, únicamente prepara un litro de café que da 18 vasos.
Diariamente puede ganar entre 300 y 400 bolívares, una cantidad que considera baja, pero que le ayuda a comprar algunas cosas que hacen falta en su hogar.
Castro opina que la inestabilidad del dólar y el aumento constante de los precios en los supermercados están asfixiando a los venezolanos que luchan por sobrevivir en medio de la crisis del país.
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