Nadie pasea por las calles del pequeño pueblo israelí Metula, a tan solo 150 metros de la frontera con Líbano. La vida aquí se puso en pausa poco después del 7 de octubre, cuando la milicia chií Hizbulá empezó a atacar el norte de Israel en respuesta a la ofensiva israelí dentro de la Franja de Gaza.
Mientras en el sur, cerca de Gaza, muchos residentes han regresado este último mes a sus casas, en el norte la intensidad del intercambio de fuego entre el Ejército y Hizbulá impide el retorno a sus hogares de unos 80.000 evacuados con un futuro incierto, que hace temer una guerra abierta entre Israel y Líbano, que viven el mayor pico de tensión desde 2006.
De los casi 2.500 habitantes que vivían en Metula, solo quedan unos treinta, principalmente soldados, voluntarios y su alcalde, David Azulay.
En las últimas semanas la sensación de peligro e inseguridad se ha agudizado ya que el lanzamiento de cohetes, misiles antitanques y morteros ha aumentado, como los cuatro proyectiles que impactaron este mismo jueves, a lo que Israel respondió bombardeando objetivos de la milicia, una dinámica casi diaria desde el 8 de octubre.
La guerra acecha
«El 50 % de nuestros residentes no quieren volver porque tienen miedo. Nosotros queremos la paz hemos estado 20 años sin atacar Líbano, pero ahora nos atacan diariamente, ¿qué solución queda para que regresen nuestros ciudadanos de forma segura?», se pregunta el alcalde.
«No nos queda otra opción que entrar en guerra y eliminarlos, a no ser que EE.UU. llegue a un acuerdo con Irán», se responde a sí mismo delante de un coche calcinado en una calle del pueblo, donde un proyectil hirió de gravedad a un civil, el pasado 18 de octubre.
Desde el inicio de las hostilidades han muerto en la frontera norte de Israel 17 personas, una decena de ellas soldados. Pero en total a ambos lados de la linde han muerto al menos 342 personas en más de cinco meses, la mayoría del lado libanés y en las filas de Hizbulá, que ha confirmado 233 bajas de combatientes, algunos en Siria, además de medio centenar de milicianos de otros grupos.
La realidad de Metula es también la de otros 42 municipios colindantes con la frontera libanesa, convertidos en pueblos fantasma tras la orden de evacuación del Gobierno israelí a mediados de octubre a lo largo de la divisoria, ahora totalmente militarizada.
Azulay anhela la vida antes de octubre en ese pequeño pueblo donde «se vivía con tranquilidad» y los incidentes con Hizbulá o las milicias palestinas del sur de Líbano eran «esporádicos».
«Los vecinos están en shock. Es la segunda vez en la historia de nuestro municipio que hacemos una evacuación total, la primera fue en 1920», apunta.
En las comunidades del norte 60.000 personas están evacuadas por orden del gobierno y otras 20.000 lo han hecho de forma voluntaria, detalla Sarit Zehavi, exteniente coronel y residente en un pequeño pueblo a escasos metros de Líbano.
Como el alcalde de Metula, Zehavi sostiene que el retorno de los residentes es inviable ante la intensidad de los ataques desde Líbano, una media de 50 por semana en los últimos meses, más que al inicio de las hostilidades.
«Hizbulá quiere crear una sensación de inseguridad en todas estas comunidades del norte. Tienen más armás que Hamás y están más preparados porque cuentan con el apoyo de Irán», indica Zehavi, fundadora de ALMA, una organización que analiza la situación de seguridad en el norte y monitorea los ataques.
«Hemos detectado un aumento del uso de misiles antitanques, para lo que no tenemos alarmas. No podemos detectarlos ni interceptarlos con nuestra defensa antiaérea», como sí ocurre con los cohetes, señala.
Ausencia de una propuesta diplomática
Si estallará o no una guerra entre Israel y Hizbulá, como ocurrió en 2006 -que dejó más de 1.000 muertos-, es todavía una incógnita, aunque las autoridades israelíes insisten desde hace tiempo en que no les interesa un conflicto. Pero últimamente han elevado el tono, y tanto el ministro de Defensa, Yoav Gallant, como los jefes del Ejército han amenazado con incrementar sus ataques en Líbano para «disuadir la amenaza de Hizbulá».
EE.UU. teme que Israel emprenda una incursión en Líbano a finales de primavera, y recientemente visitó ambos países el mediador estadounidense, Amos Hochstein, para buscar una solución diplomática antes de que las hostilidades escalen a un punto crítico.
Hizbulá ha reiterado que las hostilidades cesarán cuando Israel ponga fin a la guerra en el enclave palestino, algo que parece lejano con las negociaciones para una tregua estancadas desde hace meses.
El alcalde Azulay se muestra escéptico ante este hipotético escenario: «Un alto el fuego en la Franja de Gaza no tiene porque derivar en otro aquí. Hizbulá siempre ha querido destrozar Israel y ahora es su momento».
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