Madrid, España.  The last dance. El documental sobre la vida de Michael Jordan expone sus últimos capítulos 9 y 10 este lunes en Netflix. Sin duda, ha sido el producto deportivo de más impacto en España durante la pandemia. Millones de personas han conocido por fin al auténtico Michael Jordan. Un tipo peculiar. Exigente, estricto, riguroso hasta el extremo con sus compañeros.

Una joya en el parquet, pero difícil de aguantar en el día a día. Ganaba títulos a cambio de un régimen de exigencia severa a todo el equipo. Era un líder ambicioso. Un líder para estudiar en Escuela de Negocios. Desde la jerarquía de sentirse el mejor, exprimió a todo el equipo de los Chicago Bulls. Incluido su socio Scottie Pippen. Sacó lo mejor, el mejor zumo a todos. Jordan era el número uno y en cada entrenamiento, según ilustra su documental, él era una mosca cojonera para sus compañeros.

Michael Jordan siempre buscó la excelencia. Es la obligación de los más grandes. Dar ejemplo, elevar el nivel de intensidad. No permitía un segundo de relax. Ni siquiera cuando rodó Space Jam, la película de dibujos animados de la Warner. Hizo que le montaran allí mismo el Jordan Dome. Así fue bautizado el pabellón portátil, con una pista de basket y un gimnasio grandioso donde se entrenaba. Una cancha, al lado de los estudios de grabación de la Warner. Pasaba del cine a la canasta y del balón a la cámara en unos minutos. Su tiempo valía mucho dinero. Era oro molido. Jordan no regalaba segundos al prójimo.

El gran acierto del documental es devolver la credibilidad al periodismo. The last dance no es un publirreportaje. El género del reportaje es algo muy serio que se estudia en las Facultades de Periodismo. A veces se manosea y se confunde. Michael Jordan podía haberse prestado a un perfil narciso, a presumir del clásico ¡qué guapo soy y qué tipo tengo¡ y pasar por las cámaras del director Jason Hehir pidiendo un masaje por la espalda. Pero no. No quiso replicar lo que las celebrities cuentan en sus redes sociales, herramientas promocionales.No a los asuntos banales, triviales y sin sustancia.

Quizás porque Michael Jordan no lo necesita. Y el director le puso claro desde el inicio que ese documental, exhibido en EEUU a través de ESPN, no era un anuncio. El 23 de los Bulls habla sin filtros. Confiesa que era de Adidas. Se frota uno los ojos al escucharle. Luego fue hombre Nike y ayudó a la firma de Oregón a crear un imperio. Air Jordan es una marca registrada de fuste.

‘El último baile’ deja entrar a aquellos que tuvieron problemas con Jordan en un ejercicio de neutralidad sin precedentes. Aborda asuntos delicados como la muerte de su padre, asesinado en Carolina del Norte o su relación de odio con Isiah Thomas. El público lo aprecia.

Aprendiendo de los mejores. Es el título del libro de Francisco Alcaide. Seguro que el documental de Michael Jordan entra en su nueva edición. Materia tiene. El deporte español y su entorno recogen el guante. Michael Jordan ha puesto el nivel muy alto.Y los documentales tienen ya un antes y un después en el mundo de la televisión.

EFE noticias

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store