Los expertos explican que mantenerse despierto hasta altas horas de la noche, produce cambios neurofisiológicos en el cerebro que alteran la manera en la que se relacionan con el entorno. 

Esos cambios, según explican en la investigación, están relacionados al control de los impulsos (lo que puede generar comportamientos adictivos como el abuso de sustancias y el juego) y la manera en la que se procesa la información, lo que inhibe el análisis de las consecuencias.

La pérdida de sueño que implica el insomnio o la vigilia nocturna, conduce a la desregulación cognitiva y del comportamiento o funcionamiento del cerebro al día siguiente. Estos estudios revelaron que hay cambios en la cognición y en el comportamiento al estar despierto a medianoche. 

El estudio afirma que el organismo produce más dopamina en la noche, por lo cual aumenta la posibilidad de incurrir en comportamientos de riesgo.

La evolución del ser humano plantea que el hombre primitivo fue más eficaz para cazar y recolectar a la luz del día, pese a que en ocasiones debía huir para evitar el riesgo durante la noche. 

«La idea básica es que, desde un punto de vista evolutivo global de alto nivel, el reloj biológico circadiano interno está sintonizado con procesos que promueven el sueño, no la vigilia, después de la medianoche», dice la doctora Elizabeth B. Klerman, autora principal de la investigación.

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