Zagreb.- El primer ministro esloveno, el populista de derechas Janez Jansa, busca la reelección en las legislativas del 24 de abril, tras gobernar desde 2020 con políticas y mensajes muy parecidos a los del ultranacionalista húngaro Viktor Orbán, del que se ha distanciado ahora debido a la guerra en Ucrania.

De momento, la mayoría de encuestas pronostican que su Partido Demócrata Esloveno (SDS) será el segundo más votado, con el 25 % de los votos, en un empate técnico con GS, una nueva formación con un mensaje ecologista, liberal y europeísta, que obtendría un 26 %.

Incluso si gana las elecciones, no parece que Jansa tenga fácil volver a presidir el Gobierno, ante la escasez de aliados para formar una coalición.

Las tibias condenas de Orbán a la invasión rusa de Ucrania han llevado a Jansa a distanciarse de él las última semanas y acercarse más a otros líderes regionales, como los de Polonia y República Checa, que comparten con el esloveno su exigencia de rotundas sanciones contra Moscú, incluido el corte de las importaciones de gas y petróleo.

A mediados de marzo, hizo una visita a la entonces asediada Kiev junto con sus compañeros polaco Mateusz Morawiecki, y checo, Petr Fiala, en un claro gesto de solidaridad y apoyo a Ucrania.

Jansa nació en 1958 en Liubliana y en 1982 se graduó en Defensa por la Facultad de Sociología y Ciencias Política.

Líder del SDS desde hace más de un cuarto de siglo, su partido ganó las elecciones de 2018 tras una campaña antiinmigración y euroescéptica, pero no logró formar gobierno y sólo fue elegido primer ministro en 2020, tras la dimisión de su antecesor por una crisis interna en la entonces coalición de Gobierno.

En esta campaña ha obviado los mensajes antiinmigración y las críticas a la Unión Europa y se ha centrado en la buena marcha de la economía del país, que con un 8,1 % tuvo en 2021 uno de los mayores crecimientos en la Unión Europa.

Jansa ha recordado que los salarios han subido un 5 % y que el desempleo está en mínimos históricos, y ha prometido facilidades para los empresarios y una menor intervención del Estado en la economía.

Su gestión los dos últimos años ha suscitando numerosas protestas tanto en Eslovenia como por parte de ONG internacionales y de la Comisión Europea, en medio de acusaciones de que sofoca la libertad de prensa, la sociedad civil y la independencia de la Justicia.

Ya durante sus primeros dos mandatos, en 2004-2008 y en 2012-2013, sus enemigos políticos lo tacharon de «príncipe de las tinieblas» por sus ataques a periodistas y por su implicación en uno de los mayores casos de corrupción política en la historia del país.

En 2013 fue condenado a dos años de cárcel por haber recibido en 2006 comisiones por la compra de blindados finlandeses, pero después de seis meses de prisión el Tribunal Constitucional ordenó su liberación y repetir el juicio, algo que no tuvo lugar, ya que los delitos acabaron prescribiendo.

 

EFE

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