Berlín.-El actor español Javier Bardem impactó en la Berlinale con su retrato de un hombre roto, atravesado por culpas del pasado y la demencia actual, en una jornada a concurso marcada por el escándalo en torno a la rusa «Dau/Natasha».
Javier Bardem, junto con sus compañeras de rodaje Ella Fanning y Salma Hayek, recibió la ovación del festival con «The Roads Not Taken». Una película de la británica Sally Potter, cuyo argumento discurre entre México, Grecia y el atronador Nueva York.
«Ha sido una película de digestión difícil», afirmó la cineasta. Trabajaba en este proyecto la última vez que acudió a la Berlinale con un filme a concurso, «The Party», en 2017. En el camino se incorporó en el papel protagonista a Bardem.
«Me vi sumergido en situaciones que por momentos pensaba que no podría dominar», explicó el actor. El Leo que interpreta es un escritor mexicano-estadounidense, en Nueva York desde hace 30 años, padre de Molly -Fanning- y divorciado de Rita -Laura Linney-, que a menudo se ve tratado aún como un inmigrante sin papeles.
Es un hombre de ojos inermes. Su hija le lleva de consulta en consulta, del dentista al oftalmólogo. En su cabeza discurren imágenes del desierto mexicano donde vivió con Dolores -Hayek- o la isla griega donde trató de escribir un libro, además de seguir a una joven de la edad de su hija.
El escritor que quería capturar el mundo con la palabra apenas puede balbucear ahora alguna frase. La desbordada Molly le rescata in extremis de cada confusión en la que cae. En medio surgirá el drama oculto, la culpa, de un hombre roto desde antes de caer en la demencia.
«Los actores tenemos la suerte de poder volver a nuestra vida. Yo regreso siempre a mi familia. Leo también tiene esa oportunidad», explicó Javier Bardem. El actor volvió así a un festival que visitó varias veces como actor y en 2013 como productor de «Hijos de las nubes. La última colonia», un filme comprometido con la causa sahariana.
Ahora acudía con una película de corte muy distinto a la genial comedia pre-brexit que presentó Potter hace tres años. Su equipo, con Hayek exhibiendo temperamento mexicano, un Bardem de sonrisa contagiosa y una Fanning de frescura casi adolescente dio brillantez interpretativa en pantalla y estrellato sobre la alfombra roja.
EL REFUGIADO DE HOY EN EL «BERLIN ALEXANDERPLATZ» DE DÖBLIN
La programación de la Berlinale hizo que «The Roads Not Taken» quedase empaquetado entre las dos películas más densas del festival: un «Berlin Alexanderplatz» de 183 minutos y «DAU. Natasha», de 145. La primera traslada la novela de Alfred Döblin al Berlín actual. Franz -o Francis, interpretado por Welket Bungué- es un africano que ha visto ahogarse en aguas del Mediterráneo a su compañera.
Reinhold, el falso amigo tóxico que le recluta del albergue de asilados y le convierte en «dealer» -traficante-. Mieze, la prostituta de lujo a cuyo cuidado queda tras perder el brazo.
El director afgano-alemán Burhan Qurbani se suma así a la lista de nombres que llevaron al cine a Döblin. Entre ellos, Heinrich George y Bernhard Minetti, en 1931, dos años después de publicarse el libro. O Rainer Werner Fassbinder, con su serie de 1980.
«We are all migrants», era la frase que llevaba estampada en su chaqueta Bungué, actor germano-guineano popular en Alemania. Su filme -repartido en cinco capítulos, como la novela, más un epílogo- fue acogido con simpatía, aunque también escuchó algún abucheo.
Ni la extensión ni la hora en que se proyectó a los medios -08.15, hora berlinesa- eran propicios para los aplausos.
CON RUSIA LLEGÓ EL ESCÁNDALO
La tercera cinta a concurso de la jornada, «DAU. Natasha», dirigida por Ilya Khrzanovskiy y Jekaterina Oertel, llegó a la Berlinale envuelta en secretismos. Se trata de una parte en un proyecto de estos realizadores, que pretenden filmar 13 filmes.
Al de Natasha seguirá, en la sección Berlinale Special, el llamado «DAU. Degeneratsia», que amplía a 355 minutos su extensión.
El filme a competición se sitúa en una academia científica de la Unión Soviética, entre prácticas y torturadores de métodos estalinistas. Su protagonista es una camarera que de acostarse con un científico extranjero pasa a torturada por la policía secreta.
La inclusión de sexo explícito no sería piedra de escándalo en un festival donde, edición tras edición, se ha visto ya mucha exposición de genitales en acción. El problema es que, al parecer, las escenas más drásticas se rodaron sin guion previo.
Es decir, sin conocimiento explícito de su actriz, Natalia Berezhnaya, según avanzaban medios alemanes estos días, a la espera del desembarco del filme y sus directores en Berlín.
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