Lima.- La Unión Europea (UE) respalda la «legitimidad» de la gestión del presidente Pedro Castillo en Perú, aunque reconoce que el país andino «pasa por circunstancias políticas excepcionales», afirmó este martes en Lima el alto representante para la Política Exterior comunitaria, Josep Borrell.
El jefe de la diplomacia europea se reunió con Castillo durante el segundo y último día de su visita al país andino, donde comenzó su primera gira a América Latina desde que asumió el cargo en 2019, que llamó la atención por su baja cobertura informativa.
A pesar de la trascendencia de este viaje, que también incluyó reuniones con la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, y otros alto funcionarios, el paso de Borrell por Lima casi no fue seguido por medios locales, concentrados en la política interna, y recibió poco despliegue de los medios oficiales.
Estos se centraron en la reunión que tuvo el lunes con el canciller Óscar Maúrtua y en el encuentro del martes con Castillo, que se celebró en el Palacio de Gobierno peruano.
Durante ese encuentro, Castillo manifestó que tiene «la firme voluntad no solo de profundizar» los vínculos de su país con la UE, sino también «de convocar las inversiones europeas para el desarrollo de las inmensas potencialidades del Perú».
El gobernante también le dijo a Borrell que «su grata visita» permitió «constatar que existe un amplio margen para desarrollar e incrementar este tan positivo nivel de la relación con la Unión Europea».
Antes de esa cita, Borrell sostuvo un diálogo con medios extranjeros en Lima sobre la situación política en Perú y otros países latinoamericanos como Venezuela y Nicaragua, y reafirmó el apoyo europeo a los gobiernos surgidos de «procesos democráticos y de los que son elegidos democráticamente».
En ese sentido, insistió en que, pese a las críticas de sectores opositores, Castillo llegó al poder de forma «impecable» y «legítima».
APOYO Y CONSIDERACIÓN
El alto representante europeo se reunió con Castillo, quien llegó al poder representando al partido marxista Perú Libre, cuando se cumplieron 100 días del inicio de su gestión, tras un polarizado proceso electoral en el que su rival, la derechista Keiko Fujimori, aseguró sin pruebas que se había producido un fraude.
Esas acusaciones ralentizaron la proclamación del triunfo de Castillo, que solo fue aceptado en última instancia por los derrotados en los comicios, que no han dejado de insistir en la «ilegitimidad» de un gobernante al que consideran «comunista».
Al ser interrogado sobre la tensa situación que se mantiene en el país andino desde entonces, Borrell comentó que «es evidente que Perú pasa por circunstancias políticas excepcionales».
Remarcó, sin embargo, «que el cambio en la presidencia de la República y la elección del nuevo presidente se ha celebrado de una manera que podemos calificar de modélica desde el punto de vista procedimental».
«Ciertamente el resultado ha sido muy ajustado, y eso ha obligado a realizar recuentos y atender las reclamaciones que han hecho otros candidatos, pero el resultado es perfectamente legítimo desde nuestro punto de vista, no hay nada que objetar», acotó.
TENSIÓN POLÍTICA REGIONAL
Borrell valoró que esta tensión política no solo se vive en Perú, sino en toda la región, por el deterioro de la confianza de los latinoamericanos en la democracia, un tema que abordó el lunes con el canciller Maúrtua y que consideró «muy preocupante».
Enfatizó, además, que los grandes problemas que tiene que afrontar América Latina son la desigualdad y la violencia, y lamentó que la región no esté «suficientemente representada en las prioridades políticas de la Unión Europea», a pesar de que se comparten «los mismos valores y sistemas políticos».
En ese sentido, apuntó que Latinoamérica debería solucionar, particularmente, «una desigualdad desgraciadamente no corregida por el crecimiento económico».
Borrell apuntó además que las preocupaciones europeas están generalmente restringidas a tres temas: Venezuela, Cuba y Nicaragua; los movimientos migratorios en América Central y los tratados comerciales.
«El primer problema que se ve son Venezuela, Cuba y más recientemente Nicaragua, regímenes políticos excomunistas o que se consideran en la órbita del antiguo sistema comunista o son dictaduras como la nicaragüense que no tienen otra connotación ideológica más que la del mantenimiento en el poder del dictador», dijo.
También dijo que los movimientos migratorios en América Central, impactan en los europeos porque «son visibles» y que «la tercera visión son los acuerdos comerciales», aunque el Mercosur «es el gran elefante en la habitación, un acuerdo al que se llegó en principio pero que no arranca en su tramitación».
«El Parlamento Europeo considera que en su actual estado no se puede aprobar y otros países tienen reticencias», concluyó.
EFE
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