“En aquel tiempo, Jesús les contó a sus discípulos esta parábola: “escuchen, pues, lo que pasará entonces en el Reino de los Cielos. Diez jóvenes salieron con sus lámparas para salir al encuentro del novio. Cinco de ellas eran descuidadas y las otras cinco precavidas. Las descuidadas tomaron sus lámparas como estaban, sin llevar más aceite consigo. Las precavidas, en cambio, junto con las lámparas, llevaron sus botellas de aceite. Como el novio se demoraba en llegar, se adormecieron todas y al fin se quedaron dormidas. Al llegar la medianoche, se oyó un gritó: «¡Viene el novio, salgan a su encuentro!» Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Entonces las descuidadas dijeron a las precavidas: «Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.» Las precavidas dijeron: «No habría bastante para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden, y compren para ustedes.» Mientras fueron a comprar el aceite, llegó el novio; las que estaban listas entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: «Señor, Señor, ábrenos.» Pero él respondió: «En verdad, se lo digo: no las conozco.» Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora”.   

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Gil o Egidio Abad, que fue un cenobita del siglo VI originario de Atenas. Vivió algún tiempo cerca de Marsella, donde existe una población que lleva su nombre retirándose después a un bosque próximo al Ródano que hoy se llama bosque de San Gil.

En la liturgia del día meditamos los textos: 1Ts 4,1-8; Sal 96 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 25, del verso 1 al verso 13. En el que se narra la parábola de las «diez vírgenes», de las cuales cinco son catalogadas como prudentes y las otras cinco como irresponsables, todas se adormilan porque el novio tarda más de lo previsto. De repente llega el novio y allí está el drama de las necias, ya que después de esperar tanto, no pueden participar en el deseado acontecimiento, porque sus lámparas se quedaron sin aceite y las otras no le pueden dar porque correrían su misma suerte.

Algunos dirán que Mateo puso aquí esta parábola a propósito de los primeros cristianos, pues, después de haber esperado el regreso de Cristo, veían que nada pasaba. Pero es un error. JESÚS se dirige a los creyentes de todos los tiempos para quienes, uno u otro día, la fidelidad se hace pesada. Aquí como en muchos otros lugares, el Evangelio nos muestra que no todo está hecho con la conversión y el primer entusiasmo: hay que perseverar. Asegurarse una reserva de aceite es conseguir los medios que permitirán perseverar en nuestra vocación. No hay otro camino fuera de “la perseverancia para salvarse” (Mt 24,13), es decir, para encontrarse a sí mismo. Allí está justamente la grandeza de la fidelidad

Al confrontarnos con el texto podemos ver que nuestra época, al igual a la que vivió JESÚS su vida terrena, está marcada por cambios drásticos e imprevistos. Vivimos la inquietud del presente y la incertidumbre del mañana. El texto nos enseña a tener siempre una reserva a la mano y a estar siempre atentos y vigilantes para dar una respuesta cristiana a las urgencias del tiempo presente.

Ya que no por ser cristianos somos mejores que los demás, ni vivimos encapsulados, sino que el Señor nos ha llamado para una misión especial. Y a los que escoge, Dios les pide antes que nada fidelidad y perseverancia, ambas cosas muy escasas en este mundo; y es con ellas que somos Luz, en un mundo donde la oscuridad trata de opacar la Esperanza. De allí que el texto nos invite a estar preparados y activos para hacer realidad el Reino de DIOS en medio de nosotros. Y estar preparados y activos significa, abrir el corazón para la escucha de la Palabra y ponerla en práctica con cada una de nuestras acciones diarias.

Señor JESÚS, ayúdanos a ser fieles a Tu mensaje de Amor y a perseverar con nuestras obras en este mundo lleno de tentaciones y desesperanzas, poniendo constantemente en práctica la justicia, y el derecho para que el aceite de la Reconciliación, de la Paz y el Perdón nunca nos falte.

Amén

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