Harvey Weinstein
El productor, Harvey Weinstein. Foto: The Times Of Israel

El jurado del nuevo ‘caso Harvey Weinstein’ en Nueva York, acusado de agresiones sexuales en primer grado y de violación en tercer grado por tres mujeres, iniciará este lunes su tercera jornada de unas enquistadas deliberaciones.

Desde el inicio de las mismas, a media mañana del jueves pasado, el jurado solicitaron a las partes revisar el historial médico de la denunciante Jessica Mann, así como algunos de sus intercambios de correos electrónicos y una transcripción de los testimonios de las otras demandantes, Miriam Haley y Kaja Sokola, que presentaron como pruebas la Fiscalía.

Además, un miembro del jurado -compuesto en esta ocasión siete mujeres y cinco hombres- solicitó el viernes que lo apartaran del proceso alegando «diversas injusticias».

«Me gustaría renunciar o que se me desestimara como jurado del juicio (…) De buena fe, afirmo que lo que está pasando (dentro de las deliberaciones) no es justo ni imparcial. Está siendo injusta (la deliberación). Me refiero también al trato que están dando algunos miembros a otros. Hay más compañeros que lo han notado y están preocupados», dijo el jurado en cuestión al juez encargado Curtis Farber, del Tribunal Supremo del estado de Nueva York.

Farber rechazó la petición argumentando que el integrante del panel «no proporcionó indicio alguno de que se estuviera deliberando de forma disuasoria», que sus palabras fueron «muy vagas» y que «no hay nada con lo que las corroborara».

Después de la petición del jurado, la defensa de Weinstein presentó una moción de anulación del juicio que también desestimó Farber.

25 años de prisión

Weinstein, que está siendo juzgado en el Tribunal Supremo del estado Nueva York por segunda vez en un lustro, se enfrenta a 25 años de prisión por cada uno de los dos cargos de agresión sexual en primer grado que afronta ahora y hasta cuatro más por el de violación en tercer grado (al no haber un componente de uso de la fuerza).

Tras seis semanas de juicio, el jurado debe considerar dos relatos antagónicos del cofundador del estudio Miramax.

Todopoderoso mandamás de Hollywood que aprovechó su poder e influencia para agredir sexualmente a mujeres que querían prosperar en la industria, según la Fiscalía; y hombre de negocios «víctima del movimiento #MeToo» que mantuvo relaciones consentidas con modelos, actrices y asistentas de producción dentro de un vínculo afectivo de «amigos con derecho a roce», de acuerdo a la defensa.

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