Moscú/Leópolis.- El presidente ruso, Vladímir Putin, se enfrenta a crecientes presiones para que revise su estrategia en Ucrania tras la humillación que ha supuesto la retirada del noreste de Ucrania para halcones y nacionalistas, que creen que la «operación militar especial» puede terminar en desastre.
Funcionarios y políticos de diferente signo aprovecharon la reanudación de los debates en la Duma o Cámara de Diputados para hablar por primera vez en público de una posible derrota en el campo de batalla si la campaña militar no cambia radicalmente de rumbo.
Todos coinciden en que Rusia no puede permitirse una derrota, por lo que llama a la movilización de todos los recursos humanos y materiales, llamamiento que el Kremlin volvió a rechazar.
La visita hoy del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a la liberada ciudad de Izium, bastión abandonado por las tropas rusas en la región de Járkov, añadió más sal a la herida.
PUTIN, EN LA ENCRUCIJADA
Putin no tiene la costumbre de ceder cuando la piden la cabeza de alguno de sus subordinados, especialmente si se trata de uno de sus principales colaboradores, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, que está en el ojo del huracán desde hace ya varias semanas.
Todos esperan que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas guarde un as en la manga en forma de llegada de refuerzos o contraofensiva, pero ni lo uno ni lo otro acaban de llegar desde que las tropas rusas tomaran a principios de julio la región de Lugansk.
La movilización general no es una opción en estos momentos, como lo dejó bien claro el portavoz presidencial, Dmitri Peskov.
El apoyo del 70 % de la población a la campaña militar podría desplomarse si los rusos, especialmente en las grandes ciudades, tienen que enviar a sus hijos al frente.
Los expertos consideran que la movilización sólo puede ser obligatoria, lo que sería posible sólo en el mundo rural, prácticamente deshabitado desde la caída de la URSS.
Otro problema es que los batallones de voluntarios no han cumplido su papel y, de hecho, algunos expertos empiezan a considerarlo una cortina de humo, y los reservistas tampoco cuentan con la preparación suficiente para combatir en Ucrania.
SIN RECURSOS PARA UNA GUERRA DE DESGASTE
Los expertos militares occidentales creen que el Ejército ruso no dispone de suficientes recursos humanos para soportar una guerra de desgaste, ahora que la operación relámpago se ha estancado.
Recuerdan que incluso los reporteros de guerra adelantaron la posibilidad de una contraofensiva enemiga en Járkov, por lo que la única respuesta, aparte de la negligencia de los oficiales, es la imposibilidad de avanzar o estabilizar el frente debido a la acuciante falta de hombres.
La Inteligencia británica consideró que a Moscú le llevará años restablecer su capacidad de combate, especialmente en lo que se refiere a algunas unidades de asalto.
Putin tampoco baraja dar el visto bueno a una economía de guerra, ya que eso acabaría repercutiendo en el nivel de vida de los rusos, que nunca se recuperó de la crisis financiera de 2009 y que ahora es de nuevo puesto a prueba por las sanciones internacionales.
Algunos analistas advierten de que una declaración de guerra podría provocar tanto el colapso de la economía como una división en la sociedad.
Una de las esperanzas del Kremlin sería que Ucrania aceptara una tregua con las condiciones impuestas por Putin, algo más que improbable con la reciente victoria ucraniana en Járkov y el suministro de armamento de largo alcance occidental.
ZELENSKI PONE UNA PICA EN JÁRKOV
Mientras, en un gesto destinado a levantar el ánimo tanto de la tropa como de la población, Zelenski participó hoy en una ceremonia en la que la bandera ucraniana fue izada en Izium y felicitó a soldados que habían tomado parte en la liberación.
«Seguramente se puede ocupar temporalmente territorio de nuestro Estado. Pero lo que es seguro es que no se puede ocupar a nuestro pueblo, a los ucranianos», dijo en su arenga.
Según Kiev, en el curso de la contraofensiva han sido liberadas ya más de 300 localidades en la región nororiental, de la que las fuerzas rusas se han replegado casi por completo.
Izium, de unos 45.000 habitantes antes del inicio de la guerra y a unos 120 kilómetros al sudeste de la capital regional, Járkov, era de una importancia crucial para las tropas rusas, que desde allí tenían pensado lanzar la ofensiva final contra los baluartes ucranianos de Kramatorsk y Sloviansk en la vecina región de Donetsk.
Por el momento, la única respuesta rusa ha sido atacar en los últimos días las infraestructuras civiles ucranianas con una lluvia de misiles, lo que provocó apagones en las regiones de Járkov, Poltava y Sumi.
KREMLIN RECHAZA GARANTÍAS PARA UCRANIA
Ucrania no sólo ha logrado ganancias territoriales, sino que presentó un proyecto de garantías de seguridad, que tiene como garante a la OTAN, que adoptaría medidas preventivas para evitar una nueva agresión, lo que incluye medidas militares.
El Kremlin condenó hoy dicho documento, ya que mantiene vigente la aspiración ucraniana de ingresar en la Alianza Atlántica, precisamente, como recordó Peskov, uno de los motivos que llevaron a Putin a iniciar la intervención militar en el país vecino.
El proyecto ucraniano incluye el suministro de armamento moderno como sistemas antiaéreos, la inversión en la industria militar ucraniana y la celebración de maniobras conjuntas, también líneas rojas para el Kremlin.
EFE
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