Tokio.-La artista española Carolina Ceca presentó en Tokio la obra «Intangible», una creación de videoarte sobre el misterio de la vida que incorpora la danza nipona contemporánea Butoh.
Cuando llegó la pandemia, Carolina Ceca, nacida en 1979 en Talavera de la Reina (Toledo) pero vinculada a Japón desde 2005, sintió una explosión de creatividad y empezó a trabajar en su primer videoarte, surgido precisamente de la necesidad de crear un arte que no se puede tocar ni contemplar presencialmente.
Un año más tarde, la artista ha presentado hoy en la Embajada de España en Tokio, una creación donde Shioya Tomoshi, el gran bailarín de Butoh de la compañía de danza contemporánea Dairakudakan, se sumerge con movimientos rítmicos y desnudos en el misterio y desarrollo de la vida, tema que recorre la obra de esta artista española.
Con guiños a su infancia manchega y al cine español, influenciada por clásicos como «Un perro andaluz» de Luis Buñuel o «El espíritu de la colmena» de Víctor Arce, la obra es una simbiosis entre la imagen, el baile y la música, esta última creada desde Barcelona por el mundialmente premiado compositor Marcos Fernández-Barrero.
También la luz y el espacio ocupan un protagonismo central ya que según afirmó la autora «la luz es un personaje más que se integra con el todo y me lleva a mis orígenes, a Castilla La Mancha, con sus atardeceres rojizos».
La influencia de Japón en su arte es evidente, aunque afirmó en declaraciones a Efe estar en una lucha constante para mantener su identidad: «en esta obra España está en la luz y la emoción y en los detalles pequeños e invisibles está Japón».
Reconoce que «sin haber vivido en Japón esta obra no sería posible» y que el país asiático ha supuesto un cambio en la visión de la estética y en la manera de trabajar en equipo.
«Creo que el arte tiene que estar lleno de esperanza», afirma la artista, quien también explica el impacto que tuvo en ella el desastre de 2011. «Me quedé muy impresionada y creé un infinito con cenizas de cerezos en flor», un recurso que de nuevo sorprende.
Como el ave fénix que destaca en su creación, cree que es importante recuperar la esperanza: “Japón ha sufrido décadas duras y terremotos, pero sus habitantes vuelven a vivir y reconstruir. En la pandemia hemos dejado de abrazarnos, pero mantenemos la esperanza».
La artista española, formada en universidades de España y Japón y miembro de la Royal Society of Arts de Inglaterra, cree que el arte pospandemia vendrá con frescura y novedades porque los artistas tienen las herramientas «para darle la vuelta a la tristeza y dolor».
Carolina vio bailar al bailarín japonés que participa en su obra hace años y confesó hoy emocionada que nunca hubiera imaginado que sería posible «mezclarlo» con su arte. «Se quedó en mi cabeza, la compañía Dairakudakan es una leyenda de la danza contemporánea mundial», relata.
Tomoshi comenzó a bailar con 21 años y forma parte de la tercera generación de discípulos del gran maestro y fundador del Butoh, Hijikata Tatsumi.
El bailarín explicó que la danza Butoh no pretende mostrar, sino más bien, desde el desnudo y el vacío provocar una reacción en el espectador.
De acuerdo al bailarín japonés, trabajar con Carolina Ceca en esta obra le ha resultado fácil puesto que la artista conoce bien la cultura y el idioma del archipiélago. «Es la primera vez que colaboro con mi danza en un proyecto internacional, en esta ocasión con España y me siento muy afortunado», afirmó.
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