Montevideo.– Indicar cómo llegar a un destino, seleccionar al mejor candidato para un puesto de trabajo o incluso asistir a un médico en sus tareas son algunos de los avances que ya ha conseguido la inteligencia artificial, un campo en el que la mujer aún se encuentra en un segundo plano.

Mujeres investigadoras han contado con un espacio dentro del evento Khipu, cuya primera edición se ha celebrado esta semana en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar) y que ha ofrecido las últimas novedades en inteligencia artificial.

LOS ALGORITMOS PERPETÚAN LA BRECHA DE GÉNERO… SIN SABER

La investigadora argentina Luciana Ferrer, una de las ponentes del encuentro, afirma en conversación con Efe que la inteligencia artificial, hasta el momento, ha mantenido y reproducido la brecha de género que existe en la sociedad, pero no por culpa de la tecnología.

«El algoritmo no sabe nada; lo único que sabe es lo que ve en los datos. Aprende de los datos un sesgo que está en ellos y después lo perpetúa», asevera Ferrer, quien puso de ejemplo los sistemas utilizados para seleccionar currículums, que tienden a elegir a hombres «porque los datos ya tenían ese sesgo».

Ante esta problemática, apunta la investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, se está trabajando para que los algoritmos sean «neutros» y «ciegos al género».

Sin embargo, dentro del propio mundo de la inteligencia artificial existe también una brecha de género.

La profesora titular de Udelar y organizadora de Khipu Alicia Fernández subraya que en su campus apenas un 20 % del alumnado de Ingeniería Eléctrica está integrado por mujeres.

Por ello, están apostando por difundir las carreras de ciencia y tecnología entre las jóvenes y les lanza un mensaje: «Que se sumen, que son carreras desafiantes», y, añade, también permiten hacer una labor social.

«La sensación es que hay como una inercia. Cuantas más mujeres haya, más va a parecer factible para las chicas meterse en un área así. Si es un área que solamente ven hombres, intimida», remarca Ferrer sobre este aspecto.

La experta argentina es clara, y llama a dar más oportunidades a las mujeres y a cambiar la mentalidad de la sociedad para que las jóvenes no tengan que enfrentarse al mensaje de «es muy difícil hacer computación, y vos sos una nena» que, asegura, todavía se escucha.

APLICACIÓN DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Los asistentes virtuales de los teléfonos, el reconocimiento del habla para transcribir o poder captar las emociones de una persona son algunos de los ejemplos que Ferrer pone sobre la aplicación cotidiana de la inteligencia artificial.

«La meta final es que podamos hablar con nuestros teléfonos o nuestras computadoras como si fueran personas, y para eso tienen que entender todo lo que nosotros entendemos. Si nosotros entendemos las emociones, la ironía, el sarcasmo, ellas deberían ser capaces de entender esas cosas», agrega.

Fernández, por su parte, recalca el procesamiento de señales como una forma de adquirir información relevante para poder clasificarla.

De esta forma, explica que se puede trabajar en diversos campos como las imágenes médicas que permitan detectar, entre otras cosas, focos epilépticos o melanomas.

«Cuando hablamos de inteligencia artificial, por lo menos en el nivel que nosotros hacemos, es tratar de darle a los algoritmos reglas, o que traten de aprender de los datos determinadas reglas para poder hacer la clasificación, o para poder hacer la predicción de un valor», detalla.

SITUACIÓN Y FUTURO EN LATINOAMÉRICA

Según explica Ferrer, en la región existen varios laboratorios en los que se trabaja la inteligencia artificial, aunque los países aún no destinan los recursos suficientes.

«Lo que falta en la región es financiamiento, porque talento tenemos. Hay un montón de chicos, por lo menos en mi facultad, que les encantaría trabajar en inteligencia artificial. El problema es que hay poco financiamiento. Los eventos como este generan un movimiento que está buenísimo», destaca.

En esa línea, la brasileña Maire Fortunato, investigadora de la empresa Deepmind, asegura que en América hay «mucho talento» y que solo se necesita «un poco más de oportunidad».

Además, subraya que le gustaría trabajar más con asuntos como el aprendizaje de las máquinas y el cambio climático.

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