Buenos Aires.- El talento, la humildad y el ingenio de Marcos Mundstock, uno de los fundadores del emblemático grupo humorístico Les Luthiers, dieron una vez más la vuelta al mundo cultural hispanoamericano, pero esta vez rodeados de la tristeza que deja su muerte, la de un genio de voz rotunda.
«Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, Marcos, nuestro compañero y amigo, finalmente partió». Con estas sentidas palabras, los actuales integrantes del conjunto argentino, fundado en 1967, daban el último adiós a su compañero, que ejercía como narrador, actor y guionista.
La muerte de Mundstock, a los 77 años en su domicilio de la ciudad bonaerense de Vicente López, según confirmaron fuentes de su entorno, se produce menos de un lustro después de la igualmente llorada desaparición de Daniel Rabinovich, con quien creó Les Luthiers junto al también fallecido Gerardo Masana (1937-1973) y Jorge Maronna, aún miembro activo del grupo.
Una enfermedad que lo alejó de los escenarios
Fue en febrero del año pasado cuando el polifacético artista, nacido en Santa Fe en 1942, se vio obligado a no participar de una entonces inminente gira por España, con el fin de realizar un «tratamiento médico impostergable», según se explicó.
Su papel, que ya no volvió a representar por la larga enfermedad que debió enfrentar, y que no se desveló, quedó a cargo del actor y director de teatro Roberto Antier, reemplazante estable de Les Luthiers desde hace un lustro.
Tampoco pudo acudir al Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado a finales de marzo de 2019 en la ciudad argentina de Córdoba, pero para la posteridad quedó el ocurrente, divertido y genial vídeo que grabó para la ocasión y con el que, una vez más, logró despertar las carcajadas de cientos de personas gracias a sus juegos de palabras y su potente voz.
Su fallecimiento llega en un momento marcado por el confinamiento social que rige en Argentina por la pandemia del coronavirus, por lo que de momento se descarta una despedida pública.
Luto en el mundo de la cultura
Al conocerse la muerte de Mundstock, poco tardaron en estallar las redes sociales de frases de condolencias y admiración hacia un hombre que si bien había abandonado la carrera de Ingeniería en el tercer año, el destino quiso que, en el coro universitario conociera a sus futuros compañeros de Les Luthiers, con quienes hizo historia.
«Fue un artista ingenioso con las palabras en lengua española, de humor rápido, una figura querida y respetada en todo el mundo. No había guión que se le resistiera. Su manera de abordar un texto, de hacer pensar y hacer reír a la vez, hilarante y ecléctico como pocos, uno de los integrantes más poderosos de los ya poderosos Les Luthiers», plasmó el Ministerio de Cultura de Argentina en su página web.
La cartera recalcó que «en estos tiempos difíciles», las «memorias de la risa» y «los recuerdos de la alegría compartida» generan un sentimiento de profundo agradecimiento hacia Mundstock.
«Ustedes pensarán, como yo, que Marcos Mundstock es uno de los grandes artistas de nuestra historia. Quiero decirles que era mejor persona aún. Un ser de luz», escribió en Twitter el director de cine argentino Juan José Campanella, quien agradeció al fallecido artista los «tantos minutos de felicidad» que deja su carrera.
Su película «El cuento de las comadrejas», estrenada en 2019, había tenido a Mundstock entre el reparto, en el que fue el último de los varios filmes en los que participó como actor.
El admirado «luthier», que proviene de una familia judía del este de Europa y tuvo una hija, también trabajó durante años como locutor de radio, participó de programas de televisión, hizo doblaje en cine y fue redactor publicitario.
El escritor Eduardo Sacheri, coguionista junto a Campanella de la oscarizada «El secreto de sus ojos», fue otro de los populares rostros que mostraron su pesar por el deceso.
«No suelo hacer pública mi tristeza por la muerte de personas a las que he admirado. Pero vaya mi respeto, renovado cada día, por gente como Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich. Es enorme la huella feliz que dejaron en mí», subrayó el novelista.
El literato español Fernando Aramburu, popular por su novela «Patria» reconoció que «a poca gente ha admirado» tanto como a los dos fallecidos fundadores de Les Luthiers, y el actor hispano argentino Juan Diego Botto lo definió como un «hombre sabio, humilde y genial», a quien mostró una «infinita gratitud».
Una vida haciendo reir
El humor blanco e inteligente de Les Luthiers bautizados así por el uso de insólitos instrumentos fabricados por ellos mismos, lleva recorriendo los escenarios de medio mundo desde que inició su andadura hace más de 50 años.
Tras conocerse a mediados de la década de 1960 en el coro de la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires, y empezar junto a más personas a hacer espectáculos con el nombre de I Musicisti; Masana, Mundstock, Rabinovich y Maronna decidieron abandonar el grupo y fundar Les Luthiers en septiembre de 1967.
En 1969, se incorporaron Carlos Núñez Cortés y Carlos López Puccio, considerados también miembros históricos de un conjunto que se hizo popular por combinar parodias de géneros musicales clásicos y populares con escenas teatrales humorísticas, hilvanadas con las letras, músicas y arreglos creados por ellos mismos.
Mundstock fue quizá su integrante menos musical, pero para siempre quedaron su voz de bajo y su elegante porte, que le llevaron a ser el narrador de los espectáculos, y sus dotes para escribir e interpretar textos humorísticos, entre ellos las historias de Johann Sebastian Mastropiero, personaje que creó en sus tiempos de universidad.
El talento del conjunto ha cosechado multitud de premios, entre ellos, en 2017, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, el máximo galardón que se entrega en España.
La actual formación está integrada por Maronna, López Puccio, Antier, Martín O’Connor, Horacio Turano y Tomás Mayer-Wolf, quienes hoy desnudaron su alma al despedirse de su amigo: «Nos quedarán tantas cosas de Marcos, que aun en medio de la tristeza y el dolor que estamos viviendo, no podemos dejar de agradecer a la vida, y de sentirnos privilegiados de haber recorrido con él todo este tramo del camino».
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