Singapur. El neerlandés Max Verstappen, que pudo haber asegurado matemáticamente la reválida del título de campeón del mundo de Fórmula Uno el domingo en Singapur, desaprovechó su primera oportunidad de hacerlo; pero su escudería, Red Bull, festejó a su compañero, el mexicano Sergio Pérez, que ganó de forma brillante en el circuito de Marina Bay.
‘Checo’, nacido hace 31 años en Guadalajara (Jalisco), se impuso con brillantez en la recuperada carrera nocturna, ausente del Mundial durante los pasados dos años a causa de la pandemia del covid-19; y se convirtió en el segundo piloto, después de que lo lograse en 2011 el cuádruple campeón mundial alemán Sebastian Vettel, en ganar el mismo año en los dos circuitos urbanos más significativos del campeonato: el de Mónaco y el de Singapur.
Checo a lo grande
El mexicano, que deseaba subir por primera vez al podio en Marina Bay, lo hizo a lo grande; liderando de principio a fin la carrera más exigente del calendario -por las altas temperaturas, la elevada humedad (Singapur está sólo 150 kilómetros al norte del ecuador) y el estrecho y sinuoso trazado-. Una prueba que se complicó aún más, a causa del diluvio que cayó antes de la misma. Y que se disputó sobre una pista que nunca acabó de secarse del todo.
‘Checo’ ganó por delante de los dos pilotos de Ferrari, el monegasco Charles Leclerc -que el sábado había firmado su decimoséptima ‘pole’ en la F1, la novena del año-, al que rebasó en la salida; y el español Carlos Sainz; que, inconformista, explicó a Efe en la rueda de prensa oficial de la FIA (Federación Internacional del Automóvil) que tuvo lugar en Marina Bay que, a pesar de haber logrado su decimocuarto podio desde que está en la categoría reina (el octavo del curso), «para nada» estaba «contento» con su tercera plaza. Sainz sigue quinto en el Mundial, pero ahora con 202 puntos, a sólo uno del inglés George Russell (Mercedes), que marcó una vuelta rápida en carrera que no le reportó el punto extra adicional, al no haber acabado entre los primeros diez.
Bravo piloto
El mexicano de Red Bull, que salvo auténtica desgracia ganará el Mundial de constructores junto a Verstappen para su equipo, festejó su segundo triunfo del año -tras el que logró a finales de mayo en las calles de Montecarlo- y el cuarto desde que corre en la F1.
El bravo piloto tapatío estrenó su casillero de victorias en el Gran Premio de Sakhir, con el que el circuito de Bahréin ‘dobló’ en 2020 para confeccionar un calendario en mitad de lo más duro de la pandemia, cuando militaba en Racing Point; ‘heredera’ de la estructura de Force India y que ahora «mutó» en Aston Martin; y logró su primera victoria como piloto de la escudería austriaca el año pasado en Baku, la capital de Azerbaiyán.
‘Checo’ mitigó el posible disgusto de los seguidores de su escudería que esperaban ver a ‘Mad Max’ festejando su segundo Mundial (apenas dos días después de que el neerlandés celebrase su vigésimo quinto cumpleaños) en una jornada histórica para el deporte mexicano, en la que, tras escuchar el himno nacional y el ‘Cielito Lindo’ que le cantaron unas cuantas veces los compatriotas que lo vitorearon en Singapur; comentó a Efe que la victoria era «súper importante» para él, porque con ella ponía fin «a una racha negativa que algunos medios potencian», dando pie «a que algunos pidan que» lo «echen de Red Bull; y cosas como esas».
Verstappen, octavo en parrilla, no pasó del séptimo
Verstappen, octavo en parrilla, no pasó del séptimo en una carrera en la que sufrió de lo lindo; y tuvo que retrasar, al menos una semana, una celebración que podría tener lugar en Suzuka, el circuito propiedad de Honda, proveedor de los motores del equipo austriaco. Donde será matemáticamente campeón si en esa carrera le saca ocho puntos a Leclerc y seis a ‘Checo’. Hay varias combinaciones para que eso suceda, pero la más sencilla de todas es que el nuevo ídolo deportivo de los Países Bajos gane la carrera con la vuelta rápida.
El otro español, Fernando Alonso, que con anterioridad había puntuado en diez carreras seguidas, sufrió su segundo abandono seguido -después del de Monza (Italia)-, de nuevo a causa de un problema de fiabilidad en su Alpine, otra vez con problemas de motor.
El doble campeón mundial asturiano, de 41 años y que el curso próximo será piloto de Aston Martin, no pudo ponerle la guinda a una sensacional actuación -acabó quinto la calificación del sábado- en un fin de semana en el que la F1 lo homenajeó, al batir el récord histórico de carreras disputadas. Que elevó a 350 en Marina Bay, donde logró dos de sus 32 victorias: en 2008, con Renault, y en 2010, con Ferrari.
Había buenas vibraciones antes de la carrera en el entorno de Alonso, pero el propulsor de su Alpine se ahogó en la vuelta 21. Fernando se lamentó por un nuevo problema de fiabilidad -el ovetense estima que ya se la han escapado unos 60 puntos a causa de ello-, pero decidió pasar página con rapidez, pensando en Japón, país en el que ganó dos veces. Una en Fuji, en 2008; y otra, dos años antes, en Suzuka, donde se corre el próximo fin de semana y que el astro astur describió como una de sus «pistas favoritas».
Después de Japón, la F1 llegará a América, donde el Gran Premio de Estados Unidos se disputará en Austin (Texas) un fin de semana antes que el de México, que tendrá lugar en el Autódromo de los Hermanos Rodríguez de la capital mexicana el próximo 30 de octubre. Escenario en el que la afición local podrá soñar con un nuevo triunfo de su ídolo.
Interlagos, en Sao Paulo, albergará el Gran Premio de Brasil el 13 de noviembre, exactamente una semana antes de que Yas Marina acoja el último Gran Premio de la temporada, el de Abu Dabi.
Pero el futuro inmediato señala a Japón: en Suzuka, Red Bull y Honda ya ultiman los preparativos para la segunda gran fiesta de Verstappen.
EFE deportes
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