Madrid.- Los gatos tienen un parásito que transmiten a los ratones a través de las heces y por el que los roedores reducen el miedo a sus depredadores felinos, pero además, según demuestra un nuevo estudio que publica Cell Reports, también baja su ansiedad general ante otras amenazas.

«Toxoplasma gondii» es un parásito unicelular que infecta a la mayoría de las especies de animales de sangre caliente, incluyendo a los humanos, y que causa la toxoplasmosis, una enfermedad que puede persistir durante largos períodos de tiempo en el cuerpo, incluso durante toda la vida.

Ese parásito no solo afecta al miedo que sienten los roedores ante los gatos, sino que también «produce cambios importantes» en su cerebro, los cuales «afectan a varios comportamientos y a la función neuronal en general», explica el coautor español de este estudio, Iván Rodríguez, de la Universidad de Ginebra.

Los investigadores estudiaron estos cambios y vieron que entre diez y doce semanas de infección aumentaba el número de quistes llenos de parásitos ubicados en los tejidos de la corteza cerebral, especialmente en las regiones encargadas del procesamiento de la información visual.

Pero los quistes se extendían por todo el cerebro y su ubicación variaba dependiendo de cada ratón, lo que sugiere una infección aleatoria y un proceso de difusión de la misma.

Los análisis adicionales mostraron que la severidad de los cambios en el comportamiento inducidos por «Toxoplasma gondii» estaban relacionados con la cantidad de quistes y la neuroinflamación que causaban en los roedores.

Para los investigadores fue «particularmente intrigante» entender cómo la neuroinflamación logra una alteración específica de los circuitos neuronales involucrados en las respuestas de miedo hacia los depredadores felinos, señaló el otro coautor de la investigación, Dominique Soldati-Favre, también de la Universidad de Ginebra.

La neuroinflamación puede alterar los rasgos de comportamiento relacionados con la ansiedad, la sociabilidad o la curiosidad, motivo por el cual los investigadores planean en un futuro examinar con más destalle estos efectos.

Los autores advierten de que los humanos generalmente exhiben menos síntomas que los roedores después de la infección por toxoplasmosis y sugieren que «la inflamación del cerebro humano podría no alcanzar nunca el mismo nivel que los ratones infectados».

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