La llegada de crudo ruso está dando un respiro al sistema energético y al Gobierno cubano tras las protestas de marzo por los apagones. Pero las dificultades no han acabado en absoluto ante los problemas estructurales, la falta de divisas y el repunte del consumo este verano.
Así lo reconoce en una entrevista a EFE el director técnico de la estatal Unión Eléctrica (UNE), Lázaro Guerra, quien subraya que la falta de combustible fue el «elemento fundamental» tras los prolongados cortes diarios del primer trimestre.
Han sido hasta 16 horas diarias sin electricidad en decenas de miles de hogares, especialmente en el oriente, precisamente donde este marzo varios cientos de personas protestaron pidiendo «corriente y comida».
«El problema grave que ha marcado las afectaciones del servicio fundamentalmente ha sido el combustible», indica Guerra, un rostro ya habitual en los noticieros cubanos con sus partes diarios sobre los cortes eléctricos.
Afirma que se trata de «una combinación siempre» de falta de divisas y problemas logísticos. «Cuba tiene un problema financiero evidente» por su «situación económica», dice sobre la grave crisis que sufre el país desde hace cuatro años.
La semana pasada arribó un petrolero con el primer cargamento de crudo ruso en un año, 650.000 barriles (90.000 toneladas), apenas unos días después de que se esperase en la isla a otro buque con 40.000 toneladas de diésel.
Guerra asegura que queda fuera de las competencias de la UNE el aseguramiento del combustible (corresponde a la petrolera Cupet) y que desconoce el plan de arribo de cargueros en los próximos meses.
A esto se suma el aumento de la demanda propio de los meses más cálidos (junio-septiembre). La UNE tiene previstos en breve mantenimientos «bastante profundos» en dos de sus siete obsoletas centrales operativas para llegar al verano con un nivel generación «positivo».
«La crisis no ha terminado», resume Guerra.
Independencia energética
A largo plazo, Cuba aspira a reformar sustancialmente su sistema energético, una estrategia ambiciosa pero con la incógnita de su viabilidad financiera.
El consultor cubano Emilio Morales estimó que el país necesita 10.000 millones de dólares sólo para reconstruir sus termoeléctricas. El director técnico de la UNE asegura que la cantidad no le parece «disparatada», aunque no aporta otras cifras.
La estrategia estatal, agrega Guerra, busca avanzar hacia la «independencia energética» basándose en «el crudo nacional, el gas acompañante y las renovables», con un papel destacado de la solar.
El objetivo es aumentar las renovables (ahora un 5 % del mix) para alcanzar el 24 % para 2030 y, mientras tanto, «priorizar» las termoeléctricas, porque usan crudo nacional. Las patanas (centrales flotantes rentadas temporalmente), se mantendrían como comodín.
Esto permitiría ahorrar divisas (Cuba emplea unos 2.000 millones de dólares anuales en importar combustible) además de desvelos, pues las sanciones estadounidenses dificultan la adquisición y transporte de combustible.
No obstante, apostar por las termoeléctricas implica un financiamiento del que ahora no dispone el país. «Darle mantenimiento capital a las termoeléctricas lleva dinero. Y evidentemente el país no ha tenido la posibilidad de hacerlo», asume.
Guerra no descarta además que se necesite una nueva central durante la transición energética.
Por su parte, la solar está entrando en Cuba con un «programa muy acelerado». La meta es instalar 2.000 Megavatios (MW) hasta 2028 en 100 parques. El director técnico de la UNE dijo no estar «autorizado» a difundir la empresa y el país tras esta fuerte inversión.
Los primeros 46 parques están ya en fase de preparación y Guerra da por sentado que «ya este año va a entrar un nivel de generación de estos proyectos».
Esta transición, explica, supone «retos»: de la necesidad de «estabilización» de la red por la entrada de una «fuente variable» a la búsqueda de energías complementarias para la noche.
Guerra señala que en la UNE son «conscientes» de «lo que representa la electricidad para el pueblo». La mayoría de las protestas registradas en los últimos cuatro años, acciones inusuales en Cuba, se han iniciado en apagones.
Subraya que las autoridades tiene en cuenta de que la electricidad, como «servicio transversal», es «vital» para «la población» y para «la economía». Afectar, dice, «es una tarea muy desagradable y compleja».
Sobre las críticas porque La Habana sufra muchos menos apagones que el resto del país, Guerra argumenta que la capital «tiene un nivel de prioridad» y que, en las provincias, «se trata de planificar la afectación en función de la demanda».
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