Una investigación de la revista Astrobiology reveló cómo dos ejemplares de pequeños líquenes de la Antártida resistieron una exposición de 18 meses a condiciones semejantes a las de Marte, tras estar a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS).

Los líquenes, organismos sumamente resilientes, presentan una singular asociación entre un hongo que proporciona refugio, agua y minerales, y un alga o cianobacteria que le provee alimento a través de la fotosíntesis.

Pese a su apariencia modesta, estos organismos han demostrado una capacidad de supervivencia excepcional incluso en entornos hostiles como el espacio exterior.

En 2008, se envió un paquete experimental, Expose-E, del tamaño de una maleta a la ISS con elementos orgánicos y organismos vivos para evaluar su respuesta en el espacio.

A diferencia de los astronautas que requieren trajes espaciales para sobrevivir en condiciones extremas durante caminatas espaciales, las bacterias, semillas, líquenes y algas expuestas en el exterior de la Estación Espacial no contaban con ninguna protección.

Dichos líquenes estuvieron expuestos al vacío espacial, temperaturas extremas, radiación cósmica y el espectro completo de radiación ultravioleta, condiciones que resultan mortales para casi todas las formas de vida.

Superando los límites de supervivencia

De manera sorprendente, tras 18 meses en estas duras condiciones, la mayoría de los líquenes sobrevivieron, además de que ejecutaron actividad fotosintética, un método esencial para la vida. Continuaron con la fotosíntesis a pesar de los desafíos.

Los líquenes logran aguantar una radiación 12.000 veces superior a la dosis letal para las personas sin inmutarse; en contraste, las bacterias expuestas en condiciones similares perecieron.

Las muestras retornaron a la Tierra en 2009 luego de aguantar más de 200 cambios de temperatura, oscilando entre -12 y +40 grados Celsius, mientras viajaban alrededor del planeta.

Aún con las variaciones intensas de temperatura, la radiación ultravioleta, la radiación cósmica y la prolongada exposición, los líquenes volvieron a la Tierra con vida, revelando su asombrosa capacidad de adaptación.

«Estamos explorando los límites de la vida», indicó el experto de la ESA y coautor de un trío de artículos en un número especial de la revista Astrobiology que presentó las conclusiones, René Demets. «Estos organismos entran en un estado latente en espera de condiciones más favorables», añadió.

Si bien los líquenes habían sido expuestos en experimentos posteriores como BIOPAN, nunca antes habían soportado un período tan extenso.

Un subconjunto de ejemplares de líquenes también se sometió a condiciones simuladas de Marte con una atmósfera análoga y filtros de radiación solar en las cámaras experimentales. Tras su retorno a la Tierra, el 71% de los líquenes continuaban vivos.

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