Por Luis Ramón Perdomo Torres ([email protected])

A pesar de que mi escrito de esta semana lleva un título, que de entrada nos relaciona con el recorrido que realizan los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela para visitar la tumba del Apóstol Santiago. Les informo, que hoy no hablaremos de esa peregrinación, ni del Apóstol de los primeros tiempos, sino de un discípulo de JESÚS, de tiempos recientes y que dejó hondas huellas en la sociedad guayanesa, se trata de Monseñor Santiago Ollaquindia. Y que, por ser tan ejemplarizantes y dignos de imitar, la Parroquia Nuestra Señora de Coromoto en el marco de la Apertura de su año Jubilar, le va a rendir un homenaje póstumo, el próximo 25 de julio a las 5 pm. Con el traslado de sus restos a la cripta del Campanario de la Parroquia.

Monseñor Santiago Ollaquindia, nació el 25 de julio de 1921, en Tarragona España. En 1937, solicita su ingreso a la Compañía de Jesús, ese mismo año es enviado a Bogotá, en la que continua sus estudios en la Universidad Católica Javeriana de Colombia, y donde obtiene dos títulos: licenciado en filosofía y letras y otro en educación.  En 1954, culminó sus estudios de teología en la facultad de Teología de Oña, Burgos España, por lo que es ordenado sacerdote, celebrando su primera Misa el 31 de julio de 1954,

En 1966, se viene para Ciudad Guayana. Donde la impronta de su acción Pedagógica Pastoral, quedó inmortalizada. Ya que su legado puede buscarse en los inicios del Colegio Loyola -Gumilla, en el que asumió la conducción de varias cátedras. Fue cofundador del Instituto Politécnico de Guayana, hoy UNEXPO, del cual fue subdirector. De igual manera le correspondió ser parte de la cuarteta rectoral fundadora de la UNEG, desempeñándose como vicerrector académico. Fueron diez prolíferos años, que este discípulo de JESUCRISTO, dedicó a la formación académica universitaria de la juventud venezolana en esta tierra de Gracia llamada Ciudad Guayana.

La sociedad guayanesa de su tiempo también fue testigo de su participación en asociaciones ciudadanas como el Club de Leones y del Rotary Club de Puerto Ordaz, del cual fue su presidente. Y junto a estas responsabilidades ciudadanas, que demuestran su total comprensión de lo que es hacer realidad “El Reino de los Cielos aquí en la tierra”, están también sus responsabilidades como pastor de la Iglesia. Ya que al ser nombrado como Párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Coromoto de los Olivos, se entrega con pasión, no solo en la construcción de ese majestuoso Templo que tenemos hoy, sino también en la estructuración, formación y maduración de los templos vivos que es su feligresía.

 Y es que los caminos de Mons. Santiago Ollaquindia, son un ejemplo vivo de haber entendido el mandato de nuestro Señor: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia” (Mt 28,19-20)

 

 

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