El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva está cada vez más presionado para revelar sus planes económicos si gana las elecciones, después de haber recabado el apoyo público de importantes economistas de corte liberal de cara a la segunda vuelta.
Favorito para vencer las elecciones del 30 de octubre, Lula sigue sin despejar algunos de los ejes que marcarán su política económica si consigue vencer en las urnas al mandatario Jair Bolsonaro, quien salió mucho más fuerte de lo esperado en la primera vuelta.
La principal incógnita que planea sobre Lula es a quién designará como ministro de Economía en un eventual Gobierno. O al menos, cuál será su perfil.
«(Divulgar) el perfil de un próximo ministro de Hacienda (Economía), creo que es una buena señalización para tranquilizar a la economía brasileña», afirmó en una entrevista al diario Folha de Sao Paulo la senadora Simone Tebet (centro-derecha), tercera colocada en las elecciones y quien recientemente declaró su apoyo a Lula.
Junto a Tebet, Lula argumentó la víspera en una rueda de prensa que primero hay que ganar las elecciones, «para después discutir la composición del Gobierno».
Hasta ahora, el antiguo sindicalista ha evitado mostrar todas sus cartas y se ha amparado en el recuerdo de la época de bonanza que se vivió en sus ocho años de Gobierno (2003-2010) para justificar su responsabilidad económica y fiscal.
En 2002, el antiguo sindicalista calmó la desconfianza de los mercados y el empresariado con la divulgación de un documento titulado «Carta al Pueblo Brasileño», en la que prometió honrar los compromisos financieros del país y mantener la disciplina fiscal del país.
Por ahora, una de las pocas pistas que Lula ha dado es que la economía no será comandada tan solo por el PT, pero algunos de sus aliados le exigen señales más claras de que dará un paso más al centro.
«(Lula) va a tener que abandonar los iconos del petismo que le acompañaban recientemente», sostuvo el banquero Ricardo Lacerda, en una entrevista al diario O Estado de Sao Paulo.
Por el momento, Lula se ha abrazado a antiguos adversarios, como el conservador Geraldo Alckmin, su candidato a vicepresidente, y la senadora Tebet, y ha recibido el apoyo explícito de importantes nombres del mercado, como el exbanquero Henrique Meirelles, quien fue ministro de Economía del presidente Michel Temer y uno de los artífices del «techo de gastos».
El líder progresista también ha recibido a lo largo de esta semana el respaldo de los «padres» del llamado «Plan Real», el cual puso la inflación bajo control en Brasil mediante la creación de una nueva moneda nacional, el real, vigente hasta hoy.
«Nuestra expectativa es de una conducción responsable de la economía», afirmaron en una nota conjunta los economistas Pedro Malan, Armínio Fraga, Edmar Bacha y Persio Arida.
Hasta el momento, Lula se ha mostrado partidario de una política desarrollista, basada en el impulso de las obras públicas, y ha mostrado su total oposición al «techo de gastos», aprobada a través de una enmienda constitucional.
«Vamos a gobernar con tres palabras: credibilidad, estabilidad, previsibilidad», agregó la víspera.
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