Brasilia.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, reunió este viernes por primera vez a sus 37 ministros y los instó a trabajar por la «reconstrucción» de la «democracia» y en favor «del pueblo abandonado por el Estado».
Al inaugurar la primera reunión ministerial, afirmó que Brasil estuvo durante cuatro años «bajo un Gobierno autoritario», en alusión a la gestión del ultraderechista Jair Bolsonaro, y que el nuevo Poder Ejecutivo encuentra un país «en una situación de caos», generada por la «cultura del odio» transmitida desde el poder.
El líder progresista dijo que es preciso inducir un proceso de «reconciliación» en la sociedad y «acabar con las peleas familiares» causadas por las diferencias políticas «establecidas por el odio», a fin de que «todos los brasileños vuelvan a sonreír» y «a soñar».
Reforzó además el carácter de «frente amplio» que tendrá su Gobierno, constituido por una coalición de partidos que incluye desde la izquierda hasta la derecha más moderada.
«No tenemos un Gobierno de pensamiento único. Es un Gobierno de personas iguales, que piensan diferente», pero que «deben estar comprometidas con el esfuerzo de reconstrucción» de la «democracia» y con la «solidaridad» con las clases más empobrecidas de la sociedad, enfatizó.
«Vamos a tener que entregar este país mejor, más saludable desde el punto de vista de la salud, de la masa salarial, de los pequeños y medios productores, de la educación y la civilidad», y trabajar para que «la economía vuelva a crecer con responsabilidad fiscal y distribución de renta», apuntó.
Reiteró su convicción del papel que debe jugar el Gobierno en el «cuidado» de los más pobres, que consideró «abandonados» durante la gestión de Bolsonaro.
«Queremos que, cuando un brasileño, por el motivo que sea, no pueda trabajar, el Estado le garantice un mínimo de seguridad», declaró.
También alertó a sus ministros de que tienen «la obligación de hacer las cosas de forma correcta», en un aparente aviso en relación a asuntos de corrupción, que fueron recurrentes durante los dos mandatos consecutivos que ejerció entre 2003 y 2010.
«Quien haga alguna cosa equivocada, será educadamente invitado a dejar el Gobierno» y «responderá» por sus actos ante las instancias debidas, dijo en tono de advertencia, para reafirmar que la nueva gestión tendrá «el compromiso de ser honestos con el pueblo».
También subrayó que, como fue en sus anteriores mandatos, la «obsesión» de su tercer Gobierno será «acabar con el hambre, mejorar la salud del pueblo» y que, cuando concluya su gestión, «todos los brasileños puedan desayunar, almorzar y cenar todos los días».
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