Mauricio Macri y Cristina Fernández, enemigos íntimos y cuyos mandatos como presidentes de Argentina cargan con muchas críticas, siguen siendo protagonistas -uno en el centro de la escena, la otra desde las sombras- en el agitado tramo final de un proceso electoral sorprendente y de final abierto.
Tanto Macri como Fernández optaron por no competir en las presidenciales de este año en Argentina, quizá consientes del desencanto ciudadano ante dos modelos personalistas -el macrismo y el kirchnerismo- que no supieron resolver los profundos problemas económicos y sociales del país.
«Macri y Cristina no fueron candidatos porque tenían un altísimo rechazo de la sociedad. No fue un renunciamiento, sino una imposición de la realidad porque ambos hubieran perdido por su imagen negativa», dijo a EFE el analista político Jorge Arias, de la consultora Polilat.
Sin embargo, ambos -por acción u omisión- siguen omnipresentes.
Macri, el tejedor
Macri, quien gobernó Argentina entre 2015 y 2019, no se resistió a quedar fuera de la escena y terció en la interna de Juntos por el Cambio, el mayor frente opositor del país, a favor de su exministra de Seguridad Patricia Bullrich, en detrimento del alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta -todos ellos del Pro, integrado en la coalición-.
Ella accedió a los comicios generales del 22 de octubre, donde quedó tercera (23,83 %), por detrás del ministro de Economía y candidato oficialista, Sergio Massa (36,68 %), y de Milei (29,98 %), una derrota que muchas figuras de la coalición achacaron a Macri y sus coqueteos previos con el libertario.
Adusto en la noche electoral, Macri, quien en 2019 fracasó en su intento de reelección al perder ante Alberto Fernández -candidato elegido por Cristina Fernández-, intercedió entre Milei y Bullrich para que la excandidata -vilipendiada por el libertario durante la campaña- le apoyase en la segunda vuelta.
Este viernes, el exmandatario salió a respaldar explícitamente a Milei, audaz paso que le ha valido duras críticas de socios de Juntos por el Cambio, virtualmente quebrada como coalición y a punto de la fractura también como bloque parlamentario.
«Macri ha recobrado protagonismo entre gallos y medianoche con una alianza personal con Milei que significa la inexorable ruptura de Juntos por el Cambio. Como Argentina es el territorio de lo impensable, esta maniobra puede resultar exitosa para Macri o significarle una derrota que acelerará su proceso de ocaso», sostuvo Arias.
Cristina Fernández y los ‘anti K’
La movida de ajedrez del expresidente también ha sacudido a los libertarios, algunos de los cuales amenazan con dejar el espacio, enojados por el presunto acuerdo político que Milei, sin consultarles, estableció con Macri, integrante de la «casta política» a la que tanto ha denostado.
El «mileimacrismo», como algunos llaman al emergente movimiento de derecha, enfoca sus cañones contra Massa, al que insisten en ubicar como continuidad del kirchnerismo.
No obstante, esta estrategia ha sido vista por expertos en comunicación política como un error de la campaña de Bullrich, cuyo principal eslogan fue la promesa de «acabar con el kirchnerismo», menospreciando el avance de Milei y atacando a un «enemigo» ya debilitado.
Según Esteban Regueira, director de Clivajes Consultores, existe una equivocada estrategia de «llevar la segunda vuelta al 2015», cuando Macri ganó la Presidencia al peronista Daniel Scioli con una campaña centrada en los «fracasos» del modelo de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015).
Con todo, apuntó a EFE el consultor, la elección es «de final abierto» porque es difícil prever qué harán los votantes de Bullrich, entre los cuales «hay un porcentaje muy fuerte que entra en esa lógica del discurso en contra del kirchnerismo».
Massa, que fue jefe de Gabinete de la ahora vicepresidenta argentina, se fue en 2009 dando el portazo, para crear el Frente Renovador, con peronistas críticos hacia el kirchnerismo.
Como parte de la coalición gobernante actual, quedó al margen de la disputa entre Alberto Fernández y la exmandataria, y ahora promete que, de ser presidente, será él quien tome las decisiones, rechazando las acusaciones de la oposición de que quede preso de las pretensiones la vicepresidenta.
Esta optó por el silencio en campaña. Aceptó que fuera Massa y no una figura de su círculo más estrecho el candidato peronista y convalidó que figuras que la reconocen como su jefa política respaldasen activamente su carrera a la Casa Rosada.
Según Arias, «Cristina claramente está jugando un rol secundario, con una actitud de resignada observadora».
Considera que, si Massa termina «coronándose como el mariscal del triunfo», «seguramente el kirchnerismo, que ya está claramente en retroceso, quedará como algo residual».
«Massa dejó en claro en varias oportunidades que el kirchnerismo, tal como se lo conocía, ha llegado a su fin. No sé si lo que viene va a ser massismo o neokirchnerismo, pero hay un cambio de paradigma dentro del peronismo. Cristina sabe que acumula una imagen negativa y el haberse corrido de la campaña tiene que ver con eso», apuntó Regueira.
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