“En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: «¿Cuándo llegará el Reino de Dios?» Les contestó: «La venida del Reino de Dios no es cosa que se pueda verificar. No van a decir: «Está aquí, o está allá». Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes.» Jesús dijo además a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que ustedes desearán ver alguna de las manifestaciones del Hijo del Hombre, pero no la verán. Entonces les dirán: «Está aquí, está allá.» No vayan, no corran. En efecto, como el fulgor del relámpago rasga el cielo desde un extremo hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día. Pero antes tiene que sufrir mucho y ser rechazado por esta gente”.  

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San León Magno, es el primero de los tres Papas que se le atribuyen el cognomento de Magno o Grande: San León Magno, San Gregorio Magno y San Juan Pablo II Magno. En el año 451, en pleno ejercicio de su Pontificado, se celebró el Concilio de Calcedonia, donde se proclamó la Divinidad y Humanidad de Cristo. A San León Magno, también se le recuerda, porque impidió que Atilas destruyera a Roma

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 17, del verso 20 al 25. en el que relata el careo entre JESÚS y algunos fariseos, que le insisten para que el Maestro les aclare sobre la llegada del Reino de los Cielos, entendido por ellos mismos, como la restauración gloriosa de la monarquía de Israel. JESÚS, una vez más desvía la dirección de la pregunta y apunta hacia una dimensión de interioridad, diciéndoles que: el Reino no es algo sensacional que está por venir, sino, que ya está presente, y es como una semilla que es necesario cultivar.

Y a sus discípulos les dice, que no es cuestión de lugares, ni de tiempos, sino de vivir de acuerdo al Mandato de AMOR dado por Él. Norma de vida que conlleva un destino de padecimiento a todos aquellos que decidan asumirlo, con un final feliz, tras el cual sí aparecerá inesperadamente el Reino de los Cielos, como un fulgor que llenará todo el horizonte en el que no hay medidas para medir el Gozo Infinito.

Al confrontar este texto con nuestras vidas, podemos entender mejor que el aquí y el ahora de ese Gran Acontecimiento, que es la llegada del Reino de los Cielos, tiene que ver con la humanización de la tecnología, y la economía, la transformación ética de la política, y de las distintas comunidades religiosas donde se viva la hermandad y la solidaridad querida por DIOS. Y es que el Reino de los Cielos, implica ineludiblemente estar donde se “cuece la vida digna”, pero también donde se le corrompe y se le mutila, y se hace efectivo en la medida en que seamos capaces de mantener el equilibrio de la Creación y que trabajemos por el bienestar de todos nuestros semejantes.

Por eso es que el Mesianismo de JESÚS es incomprensible para la mayoría de este mundo terrenal. Ya que Su Reino no es de este mundo, ni tampoco es como los de este mundo. Así lo evidenció JESÚS, cuando vivió su vida terrena, donde demostró que Su Reinado en nada se parecía a las estructuras del poder político del imperio romano, ni a las estructuras de poder religioso de los judíos, sino que manifestó todo Su Poder desde la Cruz, como una manifestación de AMOR por la humanidad y en el cual todos los que Lo acepten, saborearan grandemente el Esplendor de Su Gloria, y se hacen partícipes de su Misión Redentora de la humanidad

De allí que hoy sea el día para preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo para que el Reino de los Cielos siga aconteciendo en medio de nosotros?, y pedirle humildemente a nuestro Señor JESUCRISTO, que nos ilumine para asumir con alegría nuestras responsabilidades, esclareciendo nuestras decisiones, y de esa manera podamos reconocer su Amor y Su Presencia en medio de los sinsabores y vaivenes de nuestras vidas cotidianas, para transformarlos en Remansos de Paz y de Esperanza.

Señor JESÚS, concédenos el discernimiento necesario para comprender que una acogida amorosa y confiada a los designios de DIOS, es más efectiva que mil preguntas incongruentes sobre el presente y futuro de nuestras vidas.

Amén

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