Eufórico y señalando con cuatro dedos su póker de victorias, el belga Jasper Philipsen (Alpecin Deceuninck) celebró su condición de mejor esprinter del Tour en la meta de la undécima etapa disputada entre Clermont-Ferrand y Moulins, de 179.8 km, jornada de calma que mantuvo líder al danés Jonas Vingegaard (Jumbo Visma).
No hay duda, Jasper Philipsen (Ham, 25 años) está intratable al esprint y gana con enorme facilidad.
Así lo puso de manifiesto en Bayona, Nogaro, Burdeos y esta vez en Moilins, donde dejó con la miel en los labios al neerlandés Dylan Groenewegen (Jayco) y el alemán Phil Bahaus (Bahrain).
Philipsen gritó victoria con un tiempo de 4.01.07, a una media de 44 km/hora y firmó así su quinta victoria en el Tour. El pelotón se rompió cerca de meta cuando se desató la locura por la llegada, con los favoritos cortados a 7 segundos del ganador.
La general no sufrió movimientos. Vingegaard (Jumbo) y Pogacar (UAE) siguen separados por 17 segundos a favor del danés, tercero en el podio está el australiano Jai Hindley (Bora Hansgrohe).
Dentro del top 5 dos españoles, Carlos Rodríguez (Ineos) cuarto a 4.22 y Pello Bilbao (Bahrain) a 4.34.
El ciclista vizcaíno, héroe la víspera en Issoire con la victoria que acabó con una sequía española de 5 años y 100 etapas, celebró la renovación con el Bahrain hasta 2026.
«El acuerdo estaba cerrado, pero hemos aprovechado el triunfo de ayer para anunciarlo», dijo un fliz Pello Bilbao.
FUGA INOCUA, EL PELOTÓN DE TRÁMITE
Clermont Ferrand, siempre con el Puy de Dôme a la vista, lanzó la etapa que iba a pasar el ecuador del Tour, esta vez con menos calor, con cielo plomizo, grisáceo, como la propia etapa, exenta de alicientes que se alejaran de una más que cantada llegada al esprint.
Una ciudad que vio nacer al que suena como próximo corredor del Movistar, Remi Cavagna, apodado «El TGV de Clermont», aunque, curiosamente, el tren de alta velocidad no llega a la capital de Auvernia.
En el trayecto hacia Moulins solo tres corredores se negaron a aburrirse en grupo, pero sabiendo que el día de gloria no iba a llegar para ellos. Salieron pronto el ciclista «tico» Andrey Amador (EF Education), el francés afincado en Lieja Matîs Louvel (Arkéa) y el veterano italiano Daniel Oss (TotalEnergies).
Con la fuga mantenida «al baño maría» por un pelotón que se convirtió en una marabunta bien avenida, sin alteración alguna, con cero ataques, todos a ritmo cómodo, tan solo perturbados por una intensa lluvia en el tramo final.
EL JUMBO MONTA EL TREN, PERO EL MÁS RÁPIDO ES PHILIPSEN
El último rebelde sacó la bandera blanca el último rebelde, Daniel Oss, a 13,5 de meta. Estaba a punto de sonar el zafarrancho por el esprint.
El Soudal atacó, como siempre, desde lejos tratando de imponer su «treno», pero el Jumbo a 5 de meta colocó a 4 hombres delante, Vingegaard incluido, para colocar a Van Aert.
En esta ocasión no estaba delante la locomotora Mathieu Van der Poel para lanzar a Philipsen, pero el maillot verde, se buscó la vida para buscar su rueda a seguir y atacar a unos 200 metros de la línea.
Con los «guepardos» a 70 por hora despegó el belga una vez más, implacable, para poner encima de la mesa su póker.
Este jueves la duodécima etapa ofrece un menú de media montaña entre Roanne y Blleville-En-Beaujolais, recorrido de 168,8 km con 5 dificultades, las más interesantes en la segunda mitad, con el Col de la Casse Froide (3a), La Croix Montmain (2a, 5,5 km al 6,1) y el último el Col de la Croix Rosier (2a, 5,3 km al 7,6), con la cima a 28 de meta.
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