Tokio.-Tras el varapalo que supuso el aplazamiento de los Juegos por la pandemia de la COVID-19, el movimiento paralímpico pudo celebrar este 2021 la cita de Tokio, que, aunque quedó un poco deslucida por la falta de público, tuvo las mayores audiencias de su historia a nivel audiovisual prosiguiendo su expansión en un año de incertidumbre.
«El movimiento paralímpico es un fenómeno imparable». Esta frase que ha repetido en varias ocasiones el brasileño Andrew Parsons describe a la perfección el crecimiento exponencial que está teniendo el deporte de las personas con discapacidad en los últimos años, sobre todo a raíz de los Juegos de Londres 2012, que marcaron un antes y un después.
Parsons, que fue nombrado presidente del Comité Paralímpico Internacional en 2017, fue reelegido este mes de diciembre para otros cuatro años más por unanimidad al no encontrar opositor a su gestión.
Durante este tiempo uno de sus objetivos ha sido el de expandir el movimiento paralímpico por todos los continentes acercándose a los diferentes Comités y federaciones nacionales. Prueba de ello fueron los Juegos de Tokio, para los que el IPC difundió gratis lo más destacado del evento en 49 países del África Subsahariana que no podían pagar por los derechos de emisión, multiplicando considerablemente su alcance en términos de audiencia y conocimiento del deporte de personas con discapacidad.
Esa apuesta de Parsons por el continente espera que se vea refrendada en los Juegos Para-africanos, para los que se están llevando a cabo unas gestiones con los Comités Olímpicos Nacionales de África (ANOCA) con la intención de celebrarlos en Ghana en 2023.
La pandemia de la COVID-19 también ha afectado al IPC. En 2020, tras el aplazamiento de los Juegos, se redujo el presupuesto en un 5% pero, aunque no hubo ingresos, en 2021 no se llegaron a registrar pérdidas porque ningún patrocinador se cayó y las televisiones con derechos ofrecieron una cobertura global con las mayores audiencias de la historia.
2021 También ha sido el año en el que la española Teresa Perales logró el premio Princesa de Asturias de los Deportes como reconocimiento a su trayectoria, siendo la primera persona con discapacidad en ser galardonada y uniéndose a una lista de ganadores en la que están figuras de la talla de Pau Gasol, Haile Gebrselassie, Rafael Nadal, Michael Schumacher, Carl Lewis, Severiano Ballesteros o Sebastien Coe.
De la piscina se despidió en Tokio el brasileño Daniel Dias, miembro de la prestigiosa Academia Laureus y que se consolidó como el nadador masculino más laureado de la historia con 27 medallas.
Otra nadadora, la estadounidense Jessica Long, se convirtió en la deportista en activo más laureada al llegar a 29 medallas -16 oros- tras sus seis podios en Japón, dónde también triunfo la triatleta española Susana Rodríguez, que se colgó la medalla de oro solo unos días después de ser portada de la prestigiosa revista Time en su edición americana.
Esas gestas de los deportistas paralímpicos, sustentadas en una fuerza de voluntad y capacidad de superación añadida respecto a los deportistas sin discapacidad, son las que han hecho cambiar en los últimos años la mirada de muchos espectadores hacía ellos, pasando de la condescendencia a la admiración y el interés. Así se desprende de las audiencias de los Juegos de Tokio, que contabilizaron más de 4.100 millones de telespectadores en todo el mundo.
Al no poder albergar público en los recintos por la pandemia, los que pusieron la televisión pudieron ver competir al equipo de seis deportistas que formaron parte del equipo de refugiados. Los elegidos fueron tres sirios (el nadador Ibrahim Al Hussein, la lanzadora Alia Issa y el piragüista Anas Al Khalifa), el taekwondista de Burundi Parfait Hakizimana, el nadador afgano Abbas Karimi y el lanzador de disco iraní Shahrad Nasajpour. Ninguno ganó medalla ni subió al podio, pero sí mandaron un mensaje al mundo, a través de la invitación del IPC, de que el deporte de personas con discapacidad también puede ayudar a la integración y puede ser un motor de cambio de las diferentes sociedades.
Queda mucho por hacer, sobre todo en países con menos recursos o vías de desarrollo, pero otros muchos, con economías más boyantes, siguieron dando pasos este 2021 hacía la igualdad. Para situarse cerca de muchos de sus homólogos europeos, España mejoró la dotación monetaria de los premios por medalla, que por primera vez en la historia pasaron a ser financiados de forma conjunta entre el Comité Paralímpico Español y el Gobierno a través del Consejo Superior de Deportes.
El siguiente capítulo del movimiento paralímpico se escribirá en 2022, un año en el que los deportes de invierno volverán a tomar protagonismo con los Juegos de Pekín. Serán también atípicos por las restricciones derivadas de la pandemia pero seguirán mostrando al mundo que no hay marcha atrás en el camino de los deportistas con discapacidad hacía la igualdad.
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