Esta tradición de los mortales, como lo es visitar a los fieles difuntos en los campos santos el Día de los Muertos, ha ido desapareciendo, ya los deudos no tienen para honrar a sus familiares caídos con flores, velas y otras ofrendas que llevan hasta las lápidas.
Algunos visitarán Jardines del Orinoco, en Puerto Ordaz, limpiarán la tumba de su hijo, o padres, hermanos u otro pariente, posiblemente dejarán algunos ramos de flores para manifestarles que siguen presentes entre la familia.
Uno de los cementerios que se abarrotaba con la presencia de deudos era el Cementerio Municipal Chirica, en San Félix, sin embargo, esta tradición fue arrebatada por los profanadores de tumbas, mercaderes de fosas y asaltantes que invadieron y lo tienen como guarida.
El abandono y el olvido se quedaron entre los muertos, tumbas profanadas, lápidas que se pierden entre la maleza, cuyo problema deja en evidencia que se perdió el respeto por las tradiciones y la memoria de los difuntos.
Lugar sagrado abandonado
Una fiel visitante dijo que no solo honra a sus muertos con rituales vivos, sino cuidando y manteniendo el espacio en donde reposan, “es una tradición familiar visitar a los difuntos el Día de los Muertos, pero también la visita se ha tornado peligrosa”, apuntó.
Tiene a sus padres sepultados en el Cementerio Chirica. Pagó 50 dólares para que le quitaran la maleza a la tumba, podaran una mata que está cerca de la fosa y pintaran la tumba.
“Vengo siempre, creo que soy privilegiada porque la sepultura de mis padres está a corta distancia de la entrada. Las lápidas que se hallan más lejos han sido destruidas y profanadas, el monte hizo desaparecer las calles y los sepulcros se pierden entre el matorral”.
Crisis económica
Personas consultadas suponen que la tradición se ha perdido por la crisis económica que vive cada ciudadano para honrar a sus muertos, “es difícil comprar flores, desprenderse de 10, 15, o 20 dólares en los actuales momentos no es fácil, eso es lo que puede costar un ramo de flores”, acotó María Martínez.
Néstor González, asegura que todo es un negocio, “enterrar a un ser querido en estos momentos, es un lujo; luego visitarlo en el cementerio es un gasto para el cual no estabas preparados”.
Otro ciudadano consultado por el periodista de soynuevaprensadigital.com, con respecto al tema fue explicito al decir: “el muerto al hoyo y el vivo al brollo, luego que uno muere, nos recuerdan los primeros días, después dejas de existir en la mente de los familiares, es lo que he podido percibir como mortal”.
“En vida dale todo lo que puedas a tus seres queridos, es cuando lo van a necesitar, luego de muerto no es necesario llevarles flores, o les prendas una vela para recordarlo”, expresó Felicia Alcántara.
Un ritual
A pesar del abandono y los desafíos actuales, la tradición de visitar a los muertos en el Cementerio Municipal Chirica, seguirá siendo un acto significativo para algunos.
Ciertamente, la conexión emocional con los difuntos perdura y aunque las circunstancias han cambiado, el deseo de recordar y honrar a aquellos que han partido continúa siendo una parte esencial del Día de los Muertos.
La visita a los campos santos revela un profundo sentido de pérdida y nostalgia. Muchos comparten historias sobre sus seres queridos, destacando como estas visitas son una forma vital de mantener viva su memoria.
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