Miami.- Primero fue la destrucción de los manglares y el exceso de edificación, luego la contaminación, la proliferación de algas, la falta de oxígeno y la mortandad de animales marinos y ahora un plan para levantar un muro de 4,5 metros (15 pies) entre Miami y uno de sus grandes atractivos: la Bahía Vizcaína.

«Nadie quiere un Muro de Berlín en la bahía», dice a Efe Manolo Reyes, comisionado (concejal) de la Alcaldía de Miami y presidente de la Autoridad de Desarrollo del Downtown (DDA), el centro de Miami, que se opone «completamente» a un proyecto para el que tiene montones de definiciones y ninguna positiva.

«Monstruosidad», «barbaridad» y «absurdo» son algunas de las palabras que salen de la boca de Reyes para hablar del plan del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. en una entrevista realizada a orillas de la Bahía Vizcaína, en el barrio financiero-residencial de Brickell.

Reyes cuenta que las autoridades del condado de Miami-Dade y de la Alcaldía de Miami pidieron hace tiempo a los ingenieros militares que les dieran una solución para proteger la ciudad de los huracanes y de la entrada del agua marina en la tierra, que ya se produce en muchos puntos como consecuencia del aumento del nivel del mar.

LA SIMPLEZA COMO PLAN

La solución más «simplista», como la define el comisionado, es la del llamado Plan Seleccionado Tentativamente: erigir un muro entre Miami y la bahía en la parte central de la ciudad, la que tiene más edificios en altura y más costosos, y la más turística.

El costo del proyecto es de unos 5.000 millones de dólares, de los cuales una parte debería pagarla el condado, otra el Cuerpo de Ingenieros y supuestamente una porción más pequeña la Alcaldía.

El próximo 10 de septiembre se tratará el asunto en la junta municipal y Reyes adelantó que votará en contra de que «se ponga un solo centavo en el Muro de Berlín» en Miami

En una carta enviada el 19 de agosto al Cuerpo de Ingenieros en su calidad de presidente del DDA de Miami, Reyes les hizo saber su oposición y planteó la necesidad de alternativas más «amigables con el medio ambiente» y con los habitantes.

Reyes destacó en su carta que en el centro de Miami y barrios adyacentes viven 92.000 personas que serán 110.000 en 2021 y que durante el día llega a haber más de 250.000 personas en el área.

UN MURO QUE LO DAÑA TODO

Con este plan, todas esas personas -dice Reyes- estarían condenadas a ver un muro en lugar de una bella vista como ahora.

Las paredes del muro se llenarían de «grafitis» al poco tiempo y se crearía un pasillo de agua estancada entre la orilla y la barrera que traería insectos que transmiten enfermedades y mal olor.

El valor de mercado de las propiedades inmobiliarias del Downtown y alrededores es de 39.000 millones de dólares y el 40 % de la recaudación por impuestos municipales a la propiedad proviene de esos bienes raíces, recuerda Reyes en su carta.

El «pataleo», como dice este cubano-estadounidense de hablar castizo, debe llegar a los «lobbistas» en Washington para que hagan ver que este proyecto atenta contra la inversión, el valor de las propiedades, el comercio, el turismo y, tan o más importante, el medioambiente de la bahía, que lleva tiempo enviando señales de SOS.

Recientemente han aparecido miles de peces y otros animales muertos en las orillas de la parte norte de la Bahía Vizcaína, que, pese a su imagen de postal, tiene muchos problemas, entre ellos la falta de oxígeno en sus aguas.

¿QUÉ PASA CON EL MEDIO AMBIENTE?

Neal Schafers, gerente de Planeamiento, Transporte y Resiliencia de DDA, dice a Efe que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército todavía no ha hecho el estudio de impacto ambiental de su proyecto, pero tiene esperanzas de que, cuando lo haga, se de cuenta de que «cercena la vida marina».

Todavía se desconoce con exactitud qué fue lo que pasó para que miles de peces y otros animales que habitan en la Bahía Vizcaína murieran y la marea los arrastrase hasta la orilla de la parte norte, pero los científicos siguen investigando.

Algunos se inclinan por una combinación de muchos elementos: la contaminación, el calentamiento del mar, la falta de viento, la marea muy baja o el vertido de un río que pusieron los niveles de oxígeno en las aguas bajo mínimos.

La bahía no solo es de Miami. Abarca una superficie de 428 millas cuadradas (1.108 kilómetros cuadrados), con tres partes bien definidas y problemas diferentes en cada una.

Schafers destaca el impacto que tendría una muralla también en las marinas y los deportes náuticos y actividades recreativas en torno al mar y se preguntó si a los seis millones de turistas que visitaban Miami al año antes de la pandemia, les gustaría ver un muro en la bahía.

El plazo para enviar comentarios al Cuerpo de Ingenieros sobre el Plan Seleccionado Tentativamente ya se cerró y a Reyes le consta que son muchos los posibles afectados que han escrito para mostrar su rechazo a algo que parece un castigo por vivir en un lugar «paradisíaco».

EL DDA no solo se opone al plan por todo lo mencionado, también porque no tiene en cuenta una isla artificial unida al continente por un puente donde viven 5.000 personas.

Con el muro Brickell Key se convertiría en una isla solo accesible por mar, dicen Reyes y Shafers, quienes propugnan alternativas como islas artificiales estratégicamente colocadas, plantación de manglares y colocación de arrecifes artificiales, entre otras.

Todo menos el muro de Berlín en Miami, dice Reyes.

EFE

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