Set de verano: colchoneta hinclable en forma de ataúd, toalla y bolsa de tela del museo funerario del cementerio de Viena. EFE/ Museo Funerario De Viena **SOLO USO EDITORIAL / SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)**

La muerte nunca había sido tan divertida, y menos estando en un cementerio: en Viena se encuentra el segundo camposanto más extenso de Europa, que cuenta con un museo propio que trata la muerte con humor e ironía.

El museo tiene su propia mascota, que preside la entrada y da la bienvenida a los visitantes; se trata de una representación de «La Muerte», guadaña incluida, con aspecto amigable y algo infantil que brinda una primera pincelada de lo que se encontrará en la lúgubre visita.

Este lugar, situado cerca de las tumbas de genios universales de la música como Beethoven, Strauss, Brahms o Schubert, exhibe unos 250 objetos e imágenes originales, como un carruaje de transporte de cadáveres de 1900 o un ataúd plegable de 1784, similar a los que el emperador José II utilizaba para reciclar ataúdes.

Además, entre los trece vídeos que se proyectan en monitores, se puede ver el del funeral del emperador Francisco José, en 1916.

Pero la experiencia sensorial del museo va más allá de la vista.

Durante toda la visita, se escuchan las canciones más populares que se tocan en los funerales.

Esto, junto con una tenue iluminación, sumerge al visitante en un mundo antiguo, oscuro y desconocido que ilustra la tradición funeraria desde el siglo XVIII hasta ahora.

Sin embargo, ese ambiente ceremonial contrasta enormemente con el carácter de los objetos que la tienda del museo tiene a la venta.

Para los fumadores, una funda para el tabaco que dice «fumar (nos) asegura puestos de trabajo» o un «pack» de verano que incluye una colchoneta con forma de ataúd, una bolsa de tela y una toalla por poco menos de 100 euros.

«Esta idea se nos ocurrió en enero de este año. Estábamos sentados en la mesa de la recepción, comiendo, y de repente, ¡pam! Surgió la idea», explicó a EFE la diseñadora de la colchoneta, Cornelia Fassl.

«La mente es estúpida. Son cosas estúpidas que salen de nuestra cabeza», dice la empleada del museo con una sonrisa.

Esta forma tan original de tratar a la muerte es propia de la capital austríaca y levanta curiosidad en otros lugares.

De hecho, cuenta Fassl, el museo ya ha enviado unos 600 packs de verano a Alemania, Suiza, Bélgica y América.

«Las bromas de Viena siempre son sobre la muerte», aseguró Fassl, admitiendo al mismo tiempo que de vez en cuando hay quién se siente molesto con este sentido del humor.

«Aunque no es mucho, a una persona entre mil le ofende», reconoció.

«¡El último coche siempre es una furgoneta!, clama una de las camisetas que también están a la venta, con un coche fúnebre dibujado en el centro, o «Yo como dulces hasta las cenizas», dice un delantal, citando una rima irónica en idioma alemán.

El objeto más caro de la tienda es una sala de luto de LEGO que cuesta 499 euros y que contiene desde la propia sala hasta doce muñecos velando un cuerpo, un ataúd, una cruz, flores y velas, pero solo se puede comprar bajo pedido anticipado.

También se pueden adquirir memorias USB en forma de coche fúnebre, de ataúd y de la célebre Muerte, que no pasan de los diez euros, así como un antifaz para dormir en el que pone «No estoy muerto, solo dormido» («Ich bin nicht tot, ich schlafe nur»).

Además, en este museo se exponen elementos históricos inusitados, como una campana de rescate, que viene de una época en que la gente temía ser enterrada viva y cuya función era, atada a la muñeca de la persona supuestamente muerta, sonar en caso de que estuviera viva y se moviera.

El museo funerario resume la muerte con estas palabras: «El hermoso cadáver» (Eine schöne Leich’, en dialecto vienés) no es solo un elaborado y pomposo funeral, también es una actitud ante la vida, ya que la muerte es inevitable, por lo que hay que celebrarla».

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