Los Ángeles, Estados Unidos. «The Empire Strikes Back» (1980) cumple 40 años consolidada como la cima de «Star Wars», algo curioso para una cinta muy oscura y en la que triunfaba el mal dentro de una saga de ciencia-ficción erigida, principalmente, sobre valores positivos como la esperanza, la rebeldía o la amistad.

«Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back», por su nombre completo, cargaba con la pesada losa de ser la secuela de la que por entonces era la película más taquillera de la historia: «Star Wars: Episode IV – A New Hope» (1977).

Pese a ello, «The Empire Strikes Back» también triunfó en taquilla (aunque su presupuesto se disparó durante la producción) y, sobre todo, amplió y refinó el entramado narrativo de «Star Wars», ya con George Lucas como productor tras cederle el testigo de la dirección a Irvin Kershner.

Con una atmósfera tenebrosa y un mayor peso dramático, Kershner, apoyado en un sólido guion de Lawrence Kasdan a partir del trabajo previo de Leigh Brackett y George Lucas, salió victorioso de esta encerrona galáctica pese a que, al parecer, en algunos momentos estaba un poco perdido con los efectos especiales.

«Es asombroso», dijo según el libro «Easy Riders, Raging Bulls» de Peter Biskind.

«Yo dirijo a actores, luego mandan el metraje a California y me entero de qué trata la escena», añadió.

Estos son cuatro puntos que explican el legado de «The Empire Strikes Back»:

PADRE NO HAY MÁS QUE UNO

Pese a que «Que la Fuerza te acompañe» también podría opositar con muchos puntos, no hay duda de que «Yo soy tu padre» en la voz de Darth Vader es la frase más recordada de «Star Wars» y un momento fundamental en la historia del cine.

La confesión ante un Luke Skywalker entre atónito y desesperado no solo fue una gigantesca sorpresa para el público sino que, ante todo, sirvió de culminación al giro de «Star Wars» en «The Empire Strikes Back»: el paso de un tono más aventurero y ligero de space-opera de la primera cinta al retorcido drama familiar de aroma shakesperiano de su secuela.

YODA Y LOS SECRETOS DE LA FUERZA

Obi-Wan Kenobi (Alec Guinness) ya había dado algunas claves en «A New Hope», pero la presentación del incomparable Yoda permitió que el público pudiera conocer mejor qué había exactamente detrás del etéreo concepto de la Fuerza.

Entre lecciones a Luke Skywalker más o menos sesudas, quedó claro que una de las claves de los jedi para explotar el poder de la Fuerza era dominar sus sentimientos, alcanzar el autocontrol, resistirse al odio y las pasiones, y llegar así a una especie de ataraxia estoica.

El problema para el maestro Yoda es que su alumno no estaba del todo centrado en esas clases y miraba de reojo qué había en el Lado Oscuro.

TRAICIONES Y TENTACIONES

Por encima de todo, «The Empire Strikes Back» representa el punto de mayor poder del Lado Oscuro y solo «Star Wars: Episode III – Revenge of the Sith» (2005) le puede discutir ese absorbente halo de maldad.

En esta continuación nada iba bien para los héroes de «Star Wars»: Luke Skywalker descubría que su mayor enemigo era su padre, Han Solo acababa la cinta congelado tras ser traicionado por Lando Calrissian, el Emperador y Darth Vader iban un paso por delante de todos, los cazarrecompensas acechaban en cada rincón, la Alianza Rebelde apena lograba sobrevivir al impresionante ataque del Imperio en las tierras heladas de Hoth…

Se dice que la esperanza es lo último que se pierde, algo muy válido para una saga de aliento optimista como «Star Wars», pero «The Empire Strikes Back» dejaba las cosas realmente negras antes de «Star Wars: Episode VI – Return of the Jedi» (1983).

TENSIÓN SEXUAL RESUELTA

Habían compartido un puñado de escenas en «A New Hope» en las que ya saltaron chispas, pero en «The Empire Strikes Back» fue cuando Leia y Han Solo resolvieron una tensión sexual que se percibía con nitidez desde cualquier punto de la galaxia.

Cada uno jugaba su papel: Han Solo era el fanfarrón que se cree sobrado de «sex appeal», y Leia resistía con la cabeza lo que en realidad le reclamaba el corazón.

Entre idas y venidas, al final regalaron una despedida de amor quizá no tan romántica como la de «Casablanca» (1942) pero sin duda sobrada de encanto.

«Te quiero», dice ella.

«Lo sé», responde él.

EFE noticias

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