El ‘quimerismo’, el fenómeno por el que un organismo integra material genético de otro individuo, puede darse en la naturalza: el caso más frecuente es el de un embrión que absorbe a su gemelo durante la gestación. Para la investigación, crear modelos de híbridos entre monos y humanos puede ayudar a que los ensayos en laboratorio sean más precisos, con organismos más parecidos a los nuestros. El consenso ético internacional, sin embargo, no permite que estas quimeras pasen del primer estado embrionario.
Por ese motivo, la noticia del nacimiento de un primate quimérico en China con una técnica desarrollada con ratones es lo más cercano que permiten los límites éticos. Según el estudio publicado en la revista Cell y realizado por investigadores de la Academia China de Ciencias entre los que se cuenta el español Miguel Esteban, es la primera vez que se ha logrado la fusión de células madre embrionarias de un macaco cangrejero (Macaca fascicularis) con otro individuo en gestación.
«Dado que nosotros somos también primates, entender cómo funcionan las celulas madre pluripotenciales de mono puede ayudar a entender las humanas», explica Esteban por correo electrónico a EL ESPAÑOL. Estas células con potencial para transformarse en cualquier otra del organismo fueron extraídas del blastocisto o embrión temprano de monos que solo tenían siete días de desarrollo tras la fecundación.
Mezcla de dos razas diferentes
Tras cultivar nueve líneas de células madre y modificarlas con proteínas fluorescentes para poder reconocer el tejido que harían crecer, las introdujeron en la mórula de embriones de macacos diferentes. Finalmente, se implantaron en más de 200 hembras, logrando doce embarazos y seis partos con vida.
Solamente una de las crías, un macho, demostró ser ‘sustancialmente’ quimérico, habiendo desarrollado tejido a partir de las células madre pluripotenciales que recibió del donante en el cerebro, corazón, hígado, riñones y tracto gastrointestinal. De media, el 67% de sus células pertenecían al otro individuo, y su condición de quimera era visible por los parches de piel fluorescente en lugares como los dedos y los ojos. Además, se detectaron en las gónadas del animal y en las de uno de los fetos que no llegó a término, indicando la potencialidad de transmitir el quimerismo a su esperma.
Muchas conclusiones
«El trabajo es importante y tiene varias conclusiones que aportan información valiosa», valora Alfonso Martínez Arias, profesor de investigación ICREA Senior e investigador en Sistemas de Bioingeniería-MELIS de la Universidad Pompeu Fabra, en declaraciones a Science Media Centre. «La primera, para mí, es que no todas las células madre embrionarias son iguales: dependiendo del método de aislamiento y de crecimiento, tienen propiedades diferentes. A mí esto me resulta sorprendente, y es importante, pues se trabaja con muchos medios de cultivos en la asunción que son idénticas».
«El segundo punto que me resulta sorprendente es el bajo número de quimeras», prosigue. «Empezando con 206 embriones experimentales, obtienen 6 nacimientos vivos y algunos con dificultades que fallecen. El alto grado de abortos da que pensar»
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