Madrid, España. Dieciséis años y medio han transcurrido desde que Rafael Nadal lograra en París, en Roland Garros, el primer Grand Slam de su carrera.

Fue en el mes de junio del 2015 cuando el tenista de Manacor, que contaba entonces con 19 años alzaba al cielo la copa de los Mosqueteros para iniciar un recorrido apuntalado este domingo de enero, en el Melburne Park, con el logro de veintiún grandes. Más que nadie.

No se había marchado Nadal de la final de este Abierto de Australia 2022 a pesar de haber perdido los dos primeros sets con la sensación de ser incapaz de voltear la ventaja de un rival al alza, un tenista grande que ha irrumpido en el circuito para quedarse.

Era el caso de Medvedev el segundo tenista del circuito que acelera para derribar de una vez por todas el dominio que durante casi dos décadas ha establecido el conocido como ‘big three’ y que conforman junto a Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic.

El moscovita ya había avisado al español de sus intenciones en la final del Abierto de Estados Unidos del 2019. Aquella vez la situación fue inversa. Nadal ganó los dos primeros set y Medvedev empató. Pero el balear volvió a tirar de casta y de juego para evitar que su rival lograra, por primera vez, un Grand Slam. Lo consiguió después el ruso, cuando se impuso en la final de Nueva York el año pasado y frustró la fiesta preparada para Djokovic.

Esta vez, sin embargo, Nadal volvió a la puja, regresó a la pelea. Quien pensara que el español iba a claudicar después de ceder en el ‘tie break’ el segundo parcial es que no le conoce. Con 6-2 y 7-6 en contra regresó Nadal que poco a poco creció en el duelo y terminó por redondear una remontada histórica frente a Medvedev, de nuevo frustrado en la orilla.

El español, que regresó a una final de Grand Slam casi un año y medio después, cuando logró en Roland Garros, en el 2020 su último major hasta ahora, se instaló de nuevo en el más alto nivel cuando meses atrás daba la sensación de estar enterrado deportivamente.

Fue el 2021 un año para olvidar para Rafael Nadal que tuvo que echar el freno en su recorrido a causa de la lesión crónica que padece en el pie. Sabía el español que iba a cerrar el año en blanco en los grandes torneos. Ni un título, ni una final. Se le escapó Roland Garros, superado por Djokovic en semifinales. Paró.

Renunció al resto afectado por la lesión y entre dudas de continuar en el tenis. Aunque las dolencias físicas han condicionado su carrera, siempre consiguió regresar, estar en la cima. Desde que en el 2005 inauguró su historial con Roland Garros siempre había estado en la puja.

Dio la sensación de que situarse a un lado en el 2015 y 2016, los años en los que estuvo fuera del cuadro de honor de los cuatro grandes. Para ese momento ya contaba con nueve Roland Garros, dos Wimbledon, dos Abierto de Estados Unidos y un Abierto de Australia.

Pero en esos dos años no ganó. Ni en París, donde triunfó el suizo Stanislas Wawrinka y Novak Djokovic. Pero volvió. Regresó en el 2017 para reconquistar París y vencer en Nueva York y alargar su estancia entre los grandes donde se mantuvo hasta el 2021, donde tuvo que parar.

«Hace un mes y medio no sabía si iba a volver a jugar. Estar aquí es un poco milagro», reconoció Nadal antes de la final del Abierto de Australia.

Nadal ganó. Remontó a Medvedev y sumó el segundo triunfo en Melburne, donde había perdido cuatro ocasiones antes y donde solo había conseguido antes un título. De forma épica, por juego y por insistencia, venció y elevó a veintiuno su número de grandes. Más que nadie en la historia.

EFE noticias

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