Tokio, Japón. La venezolana Naibys Daniela Morillo Gil vio un sueño cumplido este viernes al participar en el lanzamiento de jabalina en la categoría F46 de los Juegos Paralímpicos de Tokio, en el que obtuvo una cuarta posición que la anima a seguir trabajando.
«No era lo que se esperaba, pero ha sido la voluntad de Dios», dijo en declaraciones a Efe la atleta tras la competición, en la que se quedó a 1,4 metros del bronce, con una marca de 38,33 metros.
Morillo, de 21 años, entró radiante al campo del Estado Olímpico de Tokio, saludando a la cámara y señalando con orgullo su equipo, viendo una meta cumplida en su participación en los Paralímpicos, la «magna cita» deportiva, de la que se lleva un buen recuerdo.
Nacida en Carora y residente en San Felipe, la yaracuyana perdió la mano izquierda en un accidente. Al principio percibía su discapacidad como una debilidad, con pena, y escondía su brazo a veces por vergüenza, pero con el tiempo abrazó su condición y transformó ese punto débil en un motor de fortalecimiento.
«Para mí la discapacidad siempre va con un propósito y es para ser mejor persona y atleta», ha dicho la deportivas, que aprendió a ser decidida y a ver a las personas y a sí misma desde otro prisma.
La criolla tuvo su primer contacto con la jabalina en 2014 después de que otros atletas con discapacidades la invitaran a probar esta disciplina. Desde entonces ha trabajado arduamente.
En 2015 obtuvo una marca suficiente para ir a los Juegos Parapanamericanos de Toronto, pero las autoridades le dijeron que no iría. Este hecho afligió a Morillo, que vio en el gesto una falta de valoración a su esfuerzo que la desmotivó para seguir entrenando.
Pero con la ayuda oportuna y los consejos de su entorno para que siguiera adelante, retomó el trabajo que la llevó hasta Tokio.
Aficionada a los paseos, a las reuniones con amigos y a la fotografía, la yaracuyana ganó en 2017 el oro en los Juegos Internacionales Para-juveniles de Sao Paulo (Brasil).
Continuó agradando sus logros con el bronce en el Mundial de Dubái en 2019 con una marca de 40,95 metros. Pero su mejor registro son 42,45 metros que la sitúan como la tercera mejor marca a nivel mundial.
Comprometida con su carrera profesional de deportista, Morillo asegura que antes de conocer el deporte su vida era aburrida, y anima a abrazar algún tipo de práctica deportiva, que considera vida y salud, y a no dejar de ponerse objetivos para seguir avanzando, pese a las dificultades que plantee la vida.
La suya no es una excepción. Practicar un deporte paralímpico en Venezuela implica no sólo sobreponerse a las dificultades físicas, sino a las que se producen dentro del país.
La situación financiera de la criolla no siempre fue favorable. Aunque practicaba kikimball (un deporte de equipo, híbrido entre el fútbol y el béisbol) antes de abrazar el atletismo, no tenía recursos financieros suficientes para pagarse un uniforme o costear el arbitraje, entre otos gastos asociados al deporte.
Aprendiendo a ver con otros ojos el mundo y a valorar el lado bueno de las circunstancias personales de cada uno, Morillo invita a luchar por los objetivos con esfuerzo y esperanza.
«No hay límites cuando hay metas», dice la atleta, que asegura que si ella y sus compañeros son capaces de llegar hasta donde han llegado, el resto también puede, e invita a apoyar el deporte paralímpicos, un escaparate de superación y perseverancia.
EFE noticias
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