Tokio.- Japón celebrará este martes la entronización de su nuevo emperador, Naruhito, con una serie de ceremonias ante dignatarios invitados de todo el mundo y cuyo único acto abierto al público se ha pospuesto a raíz del tifón que azotó recientemente el país.
Tras asumir el cargo el pasado de mayo, Naruhito protagonizará el próximo martes una serie de ritos y festejos para presentarse como nuevo emperador ante el pueblo nipón y ante representantes extranjeros, en el evento más significativo de los que simbolizan su ascensión al Trono de Crisantemo.
CEREMONIAS MILENARIAS ADAPTADAS A LOS NUEVOS TIEMPOS
Si bien las ceremonias de proclamación y de entronización de emperadores nipones se celebran por separado desde el siglo IX, a lo largo del último milenio han experimentado numerosas transformaciones en lo que se refiere a su formato, a visibilidad pública o a participación de invitados foráneos.
En 1928, la ceremonia de entronización de Hirohito, el difunto abuelo de Naruhito, fue la primera sobre la que se informó por radio aunque se prohibió hacerlo en tiempo real para mantener el tradicional hermetismo en torno al trono, según recordó la historiadora Keiko Hongo, de la Universidad de Tokio, en un encuentro con periodistas.
Su hijo Akihito subió al trono en 1990 en un acto celebrado por primera vez en Tokio (Kioto había sido escenario de estas ceremonias hasta entonces) con la presencia de numerosos invitados extranjeros y retransmitido por televisión, y tras el cual se paseó por las calles de la capital en una multitudinaria caravana junto a la emperatriz Michiko.
Aquellos festejos se organizaron «teniendo en cuenta la nueva relación del emperador con el pueblo nipón y con la comunidad internacional», explicó Hongo sobre el primer ocupante del Trono de Crisantemo que dejaba atrás el estatus semidivino vinculado al cargo.
«BANZAI» Y BRINDIS CON DIGNATARIOS DE TODO EL MUNDO
Las fastos de la entronización de Naruhito comenzarán pasado el mediodía del martes en el Palacio Imperial, donde el emperador recibirá primero los Tesoros Imperiales que simbolizan su poder y a continuación subirá al trono «Takamikura», cubierto con cortinas y un dosel de 6,5 metros de altura.
La emperatriz Masako se sentará a su lado en un trono de menor altura que el «Takamikura» y que al igual que éste está decorado con motivos sintoístas y otros que beben de la tradición estética de la China Imperial.
De hecho, hasta el inicio de la era Meiji en 1868, los emperadores y emperatrices lucían para sus ceremonias de entronización coronas y vestidos inspirados en la dinastía china Tang, que reinó hasta el siglo IX durante la época dorada de la civilización del gigante asiático.
En este caso, Naruhito llevará un traje ceremonial de estilo japonés además de un sombrero sintoísta y un bastón de madera en su mano derecha, símbolo de dignidad, mientras que Masako vestirá un complejo kimono de seda de cinco capas, complementado de un abanico.
Una vez estén en sus respectivos tronos, el chambelán descorrerá las cortinas que ocultan el interior para mostrar a los emperadores, y Naruhito realizará una breve intervención que será seguida por las felicitaciones de los asistentes mediante el tradicional grito de «banzai» (traducible como «larga vida al emperador»).
Esta primera ceremonia será celebrada en una sala del Palacio Imperial ante un selecto grupo de asistentes, entre ellos miembros de la Familia Imperial y de diferentes estamentos de Japón y algunos representantes extranjeros.
A los festejos acudirán un total de 2.000 invitados incluyendo dignatarios de 174 países, entre ellos monarcas como los reyes de España Felipe VI y Letizia o el príncipe Carlos de Inglaterra, la mayoría de los cuales podrá seguir la ceremonia de entronización desde pantallas ubicadas en otras salas del Palacio Imperial.
Los invitados asistirán en la noche del martes a un banquete en el Palacio Imperial, que incluirá una recepción donde los representantes extranjeros podrán intercambiar palabras con los emperadores, un cóctel de bienvenida animado con música y danzas tradicionales y una cena de gala.
EL BAÑO DE MASAS DEL EMPERADOR, POSPUESTO POR EL TIFÓN
El programa de actos de entronización incluía una caravana en la que los nuevos emperadores iban a desfilar en un descapotable entre el Palacio Imperial y la Residencia Imperial de Akasaka, un recorrido de unos 5 kilómetros que suponía el único evento abierto al público de los previstos para ese día.
Pero el Gobierno nipón ha decidido posponer este acto para el próximo 10 de noviembre a raíz del poderoso tifón que arrasó varias regiones del país el pasado fin de semana y que mantiene movilizados a gran parte de los efectivos de las fuerzas de seguridad nacionales en tareas de rescate y reconstrucción.
Así, los japoneses tendrán que contentarse con las retransmisiones televisivas del martes y esperar tres semanas más para ver a los nuevos emperadores de cerca, tras una jornada de ceremonias que costará a las arcas públicas 1.000 millones de yenes (8,2 millones de euros).
En cualquier caso parece una mejoría respecto a la época Edo, cuando según se cuenta, se vendían entradas para acceder al Palacio Imperial durante los ritos de entronización para que unos pocos afortunados pudientes contemplaran unos festejos restringidos a la Familia Imperial y la alta sociedad de la época.
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