Ciudad Guayana.  “La casa que fue sede del Caracas Country Club, fue construida en el año 1929, en el sitio exacto donde estuvo la antigua Casona de la Hacienda Blandín, lugar en que se tomó la primera taza de café cultivado en la capital venezolana, en el propio Valle de Caracas, en el año 1.786”

Así reza el texto de la placa que está colocada en la entrada del Caracas Country Club, señorial casona construida en el mismo lugar donde alguna vez estuvo la solariega propiedad de Don Pedro Blandain o Blandín, hombre ilustre en la Venezuela colonial.

Don Pedro llegó a Caracas aproximadamente en el año 1.740 con la intención de establecer una farmacia en Caracas, donde hasta entonces no había esa especie de establecimiento, según comentarios de Arístides Rojas en sus leyendas históricas del Venezuela (1.891-1892)

Uno de los descendientes de tan ilustre caballero fue Don Bartolomé Blandín, quien se dedicó a la agricultura y al cultivo de la música. Cuenta Arístides Rojas que fue el quien introdujo el cultivo  del café en los Valles de Caracas hacia 1.784.

Los pequeños arbustos fueron traídos de la Antillas francesas y Blandín lo plantó en su hacienda de Chacao. Le acompañaron en esta empresa otros potentados criollos, entre los cures se encontraban los presbíteros José Antonio Mohedano, cura de Chacao y Pedro Ramón Palacios y Sojo y Gil de Arratia, mejor conocido como el Padre Sojo. Fue en estas tres haciendas Blandín, San Felipe y La Floresta, donde se tomó la primera taza de café en el valle de Caracas un día a finales de 1.786. Fue un gran acontecimiento para la sociedad caraqueña de entonces. Que acudió con sus mejores galas a aquella tenida campestre. Arístides Rojas narra con detalles esta singular celebración donde la música jugó un papel  preponderante, pues hubo un gran baile por muchas horas y luego una velada con música de cámara y canto. Este último “encontró eco entre las aves no acostumbradas a las dulces melodías y a los acordes del clavecino”

MUSICA ENTRE LOS CAFETOS

Muchos años después, seguimos encontrando referencias al cultivo de la música entre los cafetos de Chacao. Cuando en 1.822 el coronel William Duane escribe su crónica Viaje a La Gran Colombia, se refiere al esplendido salón de la Casona Blandín, donde encontró, muy sorprendido, una excelente arpa #de elegante diseño, fabricada en Francia” que era utilizada con destreza por las señoras de la casa para tocar música de Mozart. Comenta que “el venerable dueño de aquella mansión, aunque no pronunció ni una sola palabra mientras los demás cantaban y tocaban , era visiblemente el alma del concierto”.

Detalle digno de mencionarse es la gran cantidad de partituras que Don Bartolomé sacaba, en orden perfecto, de un enorme escritorio e iba entregando a su esposa, a su hermana o “al caballero que hacía de director” durante el desarrollo de la velada musical.

Otro viajero, el oficial Richard Bache, describe también su visita a Caracas. En sus escritos relata una deliciosa velada musical disfrutada en la mansión Blandín después de haber degustado una “taza de la deliciosa infusión proporcionada por algunas de las plantas que habíamos estado contemplando” Esta vez, el instrumento escogido por las damas de la familia, María de Jesús y Manuela, fue el piano, en el cual tocaron “las más famosas melodías italianas y francesas”.

La primera referencia en la literatura venezolana a la estrecha relación entre la música y el café en los Valles de Caracas la encontramos en El Agricultor venezolano, de José Antonio Díaz, obra escrita en el año 1858, sesenta y dos años después de que se tomara la primera taza de café en las haciendas de Chacao. Allí el autor destaca la labor del padre Sojo, al frente del Oratorio de San Felipe Neri congregación religiosa fundada por el donde se desarrolló el importante movimiento musical de las postrimerías del siglo XVIII que ha pasado a la historia con el nombre de “Escuela de Chacao”, debido a las frecuentes reuniones que hacían los músicos en la hacienda del sacerdote.

El cultivo constante de la música por el prelado y sus amigos fue motivo para que se quejara el obispo Mariano Martí, quien, en 1779, eleva un reclamo al Rey porque en las “muchas horas y días que tienen desembarazados los neristas se retiran frecuentemente a una casa de campo que han fabricado en los arrabales de esta ciudad en la feligresía de San Pablo, y a otra que también tienen a dos leguas distante de esta misma ciudad cerca del pueblo  de Chacao a jugar en ellas pelota y bochas y tocar conciertos de música día y noche”

El general Ramón de la Plaza, en su monumental obra Ensayos sobre él Arte en Venezuela, repite, en 1883, palabras más palabras menos, el relato de José Antonio Díaz, y años más tarde lo hace Arístides Rojas-

Ya en el siglo XX, José Antonio Calcaño y Alberto Calzavara también se ocupan del asunto. En un capítulo de su conocido libro La Ciudad y su Música, cuyo titilo inspira este escrito, Calcaño analiza  las posibles fuentes utilizadas por sus antecesores en el relato de la primera taza de café en Caracas y nos remite a un misterioso manuscrito encontrado por su informante (¿?) en su niñez y ya desaparecido, en el cual uno de los Blandín, posiblemente Bartolomé (fallecido a los noventa años en 1835), narra los pormenores de la historia de las primeras siembras de café en Chacao. Este hallazgo viene a complementar los relatos orales que, de generación en generación, llegaron hasta sus oídos.

Sea como fuere, a medio camino entre la veracidad histórica y la ambigüedad de la leyenda, la relación entre café y música ha quedado grabada en nuestro gentilicio, tal como lo evidencia Arístides Rojas en su romántica estampa “La Primera taza de Café en el Valle de Caracas”. “Los recuerdos del arte musical y del cultivo del café son para el campo de Chacao, lo que para los viejos castillos feudales las leyendas de los trovadores: cada boscaje, cada roca, la choza derruida, el árbol secular, por donde quiera, la memoria evoca recuerdos placenteros de generaciones que desaparecieron… los viejos arboles del Ávila aún viven, para recordar las voces argentinas de María y de Manuela…”

Han transcurrido 236 años y seguiremos compartiendo con nuestra familia y nuestros amigos el delicioso y aromático café venezolano de tantas marcas, todos buenos y diferentes sabores de acuerdo a las cosechas en diferentes haciendas, de los diferentes estados de nuestra querida Venezuela y… han cambiado muchas cosas y se ha puesto de moda esta frase: …hoy necesito hablar contigo vamos a tomarnos un cafecito y a escuchar una buena música.

Evelio Lucero

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