Managua.- El Gobierno de Nicaragua calificó este jueves como una “caída del mito de la perfección” los disturbios provocados ayer por seguidores del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quienes asaltaron el Congreso de ese país, un suceso que dejó cuatro muertos.

En una alocución, la vicepresidenta Rosario Murillo afirmó haber visto “el derrumbe del mito de la perfección, porque lo que el planeta entero vio es la violación de la ley, del respeto a los principio democráticos que tanto se ufana Estados Unidos en pregonar”.

Murillo, al igual que su esposo, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, nunca ha ocultado su rechazo hacia Estados Unidos y son aliados de países como Cuba, Venezuela o Rusia.

La antipatía entre los Gobiernos de ambos países es mutua y se acentuó luego de que Estados Unidos aplicó sanciones económicas a más de 20 allegados y familiares de Ortega, incluyendo a varios de sus hijos, así como a Murillo, por “serias violaciones a los derechos humanos”, con base en los ataques contra las manifestaciones antigubernamentales de Nicaragua en 2018.

La primera dama afirmó que en la víspera, «el mundo entero, la comunidad internacional, la familia humana, pudo ver, las consecuencias terribles, vergonzosas, de la arrogancia, la vanidad, que son propias del racismo y el supremacismo de los Estados Unidos, en su expresión del Poder Ejecutivo”.

“Nos quedamos viendo y pensando, y reflexionando, a dónde está la violencia, las políticas que promueven odio, violencia, discriminación, exclusión, agresión, a dónde han estado”, agregó.

Murillo indicó que el “derrumbe del mito de la perfección” fue “promovido, exaltado» y se vio «impulsado, por la Presidencia de los Estados Unidos, eso es lo más increíble, incitado, la violencia, que es expresión del odio”.

Precisamente el Gobierno de Ortega tiene en proceso una reforma a la Constitución de Nicaragua para castigar con cadena perpetua a quienes cometan “crímenes de odio”, mismos que no fueron especificados en la enmienda, que podría entrar en vigor tras su aprobación en segunda legislatura, prevista para las próximas semanas.

“Confirmamos cómo reina la hipocresía y como los propios hermanos del pueblo norteamericano que avergonzaban de esa exhibición de violencia, negación, irrespeto a las leyes y a sus propios procesos, reflejando, por supuesto, la profunda crisis que hay en esa sociedad”, sostuvo la vicepresidenta nicaragüense.

Nicaragua vive su propia crisis sociopolítica desde 2018, que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejó 328 muertos, aunque organismos locales cuentan 684 desde entonces, mientras que Ortega admite 200 y dice haber sido víctima de un «golpe de Estado fallido».

 

EFE

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