El escrutinio de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales extraordinarias de Ecuador terminó de completarse con la resolución de las últimas actas con observaciones, lo que dio finalmente al electo presidente Daniel Noboa un triunfo con el 51,83 % de los votos, frente al 48,17 % de la correísta Luisa González.
Después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) haya validado un total de 40.776 actas de la votación celebrada el pasado domingo 15 de octubre, Noboa obtuvo 5.251.695 de votos, mientras que González logró 4.880.531 papeletas.
En total, se emitieron 11.076.052 votos, el 82,33 % de los más de 13,4 millones que estaban convocados a las urnas para elegir a la persona que presidirá el país hasta 2025, cuando habrá nuevas elecciones generales, con las que Ecuador recuperará su calendario ordinario de comicios.
Presidente más joven
En Ecuador el voto es obligatorio para las personas de entre 18 y 65 años y opcional para los adolescentes de 16 y 17 años y para los mayores de 65 años, así como para grupos como policías, militares y presos sin sentencia ejecutada.
El 91,49 % de los sufragios emitidos fueron válidos, mientras que el 7,75 % fueron nulos y un 0,76 % optó por votar en blanco.
De esta forma, Noboa se convirtió, con 35 años, en el presidente más joven de la historia democrática de Ecuador y logró en su primer intento lo que su padre, el magnate del sector bananero Álvaro Noboa, no pudo conseguir en cinco ocasiones que fue candidato en unos comicios presidenciales.
Al mismo tiempo, el correísmo sumó una segunda derrota consecutiva en elecciones presidenciales, tras la sufrida en 2021, cuando Andrés Arauz fue superado en las urnas por el actual presidente de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso.
Muerte cruzada
Noboa tiene previsto asumir la jefatura del Estado en noviembre para un corto mandato de unos quince meses, en los que deberá completar el periodo 2021-2025, interrumpido por Lasso al aplicar en mayo pasado el mecanismo constitucional de la «muerte cruzada» para adelantar los comicios.
De esa forma optó por dejar el cargo antes de tiempo y forzar este proceso electoral excepcional, a cambio de disolver la Asamblea Nacional (Parlamento), controlada por la oposición que, con el correísmo a la cabeza, buscaba destituirlo en un juicio político donde se le acusaba de presunto peculado (malversación), un cargo que él rechaza.
Noboa asumirá la Presidencia de un país que atraviesa una crisis de inseguridad y violencia del crimen organizado sin precedentes, mientras que el déficit creciente puede limitar mucho el gasto público y en la Asamblea deberá lograr alianzas que aseguren una gobernabilidad que no pudo alcanzar Lasso.
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