Entre las enfermedades más temidas de la infancia, indudablemente que la meningitis bacteriana ocupa un primerísimo lugar por todo lo que acarrea su aparición, y lo difícil a veces de diagnosticar. Un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno y eficaz siempre marcan la diferencia para obtener resultados óptimos en cuanto a la recuperación sin secuelas de una patología que no muy pocas veces pueden afectar seriamente la vida y el futuro neurológico de quien la padeció.
La meningitis bacteriana es una enfermedad infectocontagiosa del sistema nervioso central (SNC) que puede afectar tanto al niño como a su familia. Muchas son las bacterias que tienen afinidad por las meninges, la cual es una estructura membranosa que separa al sistema nervioso central del resto de los compartimientos del cuerpo, y cada grupo etareo tiene una frecuencia determinada a un determinado agente etiológico.
En el recién nacido predominan las infecciones por gérmenes gramnegativos tales como la Escheria coli y grampositivos como Listeria monocytogenes y el estreptococo del grupo B. En el niño de tres meses a cinco años de edad los microorganismos prevalentes comprenden Haemophilus influenza tipo B, neumococo y meningococo. Importante son los factores de riesgo como la prematurez, anomalías congénitas, trastornos inmunitarios.
Las Bacterias productoras de meningitis invaden la nasofaringe y desde allí pasan a la circulación sanguínea y llegan al SNC donde se reproducen rápidamente generando productos que inducen al huésped a liberar citocinas tales como el factor de necrosis tumoral e interleucinas que originan inflamación con todas sus consecuencias.En el recién nacido, el cuadro clínico es inespecífico, por ello es obligatorio descartarla a través de un procedimiento de rutina en la sepsis neonatal, no así en el niño mayor que presenta habitualmente fiebre, vomito ,irritabilidad,convulsiones,somnolencia y llanto anormal.
El diagnóstico se elabora mediante el análisis citoquímico y cultivo del líquido cefalorraquídeo(LCR).El proporcionar el antibiótico ideal se fundamenta en el aislamiento del germen causal, sin embargo generalmente se inicia empíricamente de acuerdo a la mayor prevalencia del germen según el grupo etareo,asi se recomienda en el neonato ampicilina más un aminoglucosido.
En los niños mayores de tres meses de edad se recomienda ampicilina más una cefalosporina de tercera generación o vancomicina,por supuesto a dosis meníngeas. La duración del tratamiento antibiótico depende del germen patógeno, considerándose un tiempo no menor de 10 días.
Se recomienda el uso de dexametasona durante los primeros cuatro días para evitar una de las secuelas frecuentes e importantes como lo es la sordera y consecuente sordomudez. Mantener el tratamiento de sostén para estabilizar a nuestro pacientico (uso de soluciones hidratantes, antipiréticos, anticonvulsivantes).
Vigilar la aparición del síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiuretica, que se observa hasta en un 30% de los casos. Otras complicaciones que pueden aparecer son la hipertensión endocraneana, derrame subdural y empiema subdural.
El pronóstico individual depende de la edad, duración de la enfermedad antes de recibir el tratamiento, bacteria infectante, cantidad del inoculo, producción de mediadores inflamatorios, intensidad de la respuesta y del tiempo requerido para esterilizar el cultivo del LCR.
La meningitis bacteriana es una de las causas prevalentes de morbimortalidad en el niño, pese al avance ocurrido en el cuidado intensivos de los pacientes, la introducción de nuevos antibióticos y la creación de modalidades innovadoras de rehabilitación. Su letalidad es igualmente significativa, con un 25 a 50% en recién nacidos y de 3 a 10% en las otras edades. La incidencia de secuelas es de un 30 a un 50%.
Los sobrevivientes pueden quedar con secuelas tales como hidrocefalia, déficit psicomotor, convulsiones, alteración neurosensorial auditiva u oftálmica, ataxia (trastornos en la marcha), retardo mental, diabetes insípida y problemas emocionales.
La inmunización específica es el modo más eficaz de prevenir la meningitis bacteriana en el niño. Se cuenta con vacunas conjugadas contra el Haemophilus influenza tipo B, ya incorporada en la vacuna pentavalente, la cual se aplica a partir de los dos meses de edad; con la vacuna contra el Streptococo neumoniae compuesta por antígenos del polisacárido capsular purificado de 13 y 23 serotipos respectivamente. La 13 Valente se aplica a partir de los dos meses, a la par de la pentavalente (2,4 y 6 meses de edad, con un refuerzo a los 15 a 18 meses de edad),se recomienda el de 23 serotipos en niños mayores de dos años de edad. Para prevenir la infección por Neysseria meningitidis se dispone de una vacuna monovalente conjugada contra el serotipo C, recomendada para los niños de 2 y 4 meses de edad, con un refuerzo a los 12 a 15 meses de edad y una vacuna polivalente para mayores de dos años de edad
Cuando se entra en contacto con estos pacientes, se hace quimioprofilaxis en los siguientes casos: contra Neisseria meningitidis se aplica en contactos familiares estrechos, personal de guardería, niños en contacto con secreciones orales del paciente y personal médico expuesto al caso antes de iniciar la antibioticoterapia.Igualmente se hace esto en los casos de Haemophilus influenza tipo B.
Para concluir, debemos tener presente que a pesar de la prevención de la meningitis bacteriana con el uso de la vacuna, siempre seguirán apareciendo casos de la misma, por ello el Pediatra debe estar siempre alerta y ante la menor sospecha debe realizar todos los procedimientos que tenga a mano para hacer un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno y así evitar males mayores en nuestro pacientico.
Hasta la Próxima.-
Dr. Hugo Lezama Hernández.
Pediatra Puericultor. Egresado de la Universidad de Oriente (UDO).
Miembro de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría. Filial Bolívar.
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