Continuando con la exposición del uso de las diferentes leches en recién nacidos y lactantes, vamos a tocar el punto de la leche completa de Vaca. En nuestro medio es inevitable que no se administre a los niños en estas edades, ya sea por la misma cultura alimentaria que ha prevalecido desde hace mucho tiempo o por la relativa facilidad con que se consigue dicho producto lácteo y del costo económico que la hacen más asequible al bolsillo de las clases más desposeídas.
Hay madres que eligen la leche completa de vaca por su fácil preparación y por ser más barata que las fórmulas lácteas artificiales, lo que no es recomendable para la salud del niño.
Su uso en niños menores de un año no es recomendable, pues antes de esta edad el sistema digestivo del bebé aún no está preparado para tolerarla pudiendo producir daños en su salud. La leche de vaca tiene cuatro veces más calcio y tres veces más proteínas que la leche humana.
Contiene un bajo contenido de hierro, lo que puede conllevar a anemia ferropenica y consiguiente déficit en el desarrollo cognitivo, un alto nivel de grasas saturadas riesgoso para el futuro del sistema cardiovascular del niño.
Debido a su alta osmolaridad y alto contenido de grasas y proteínas, que producen una sobrecarga para los riñones del bebé, la leche de vaca es transformada en Fórmulas artificiales de inicio y de continuación para modificar esta concentración y además se le agrega hierro para evitar la anemia ferropenica.
La leche de vaca es la primera causa de alergia en los niños. Afortunadamente solo el 15 % de los que la padecen siguen siendo alérgicos a los 6 años. La Intolerancia a la lactosa, es excepcional en los recién nacidos y lactantes, y cuando aparece suele hacerlo a partir de los 3 años de edad, por ello, salvo en esos casos pocos frecuentes, no debería ser un factor a considerar al momento de comenzar a dar leche de vaca al niño (si así se va a hacer).
A pesar de todos estos inconvenientes con el uso de la leche completa de vaca, si no queda más opción que usarla en el niño por no estar recibiendo otro aporte de lácteos a través de la leche materna o fórmulas lácteas, no se recomienda disminuir o eliminarla en la dieta del niño menor de un año ya que puede contribuir a que no se cubran los requerimientos de nutrientes, quedando expuestos a riesgos mayores que los que se pretenden evitar.
Si el poder adquisitivo de los padres lo permite y el niño toma biberón, es recomendable alargar el tiempo de la leche de continuación o la de inicio, hasta los 15 o 18 meses, y a partir de ese momento empezar a sustituir la formula por la leche de vaca, dando tiempo a que sus riñones acaben de madurar y funcionen a pleno rendimiento.
Lo que vemos en nuestra práctica diaria es la tendencia, en un porcentaje importante, de iniciar en forma temprana la introducción de leche completa de vaca, muchas veces sin información precisa de cómo debe hacerse la dilución normal y mezclándola con mucilagos de arroz, maíz, cebada o avena, no guardando la adecuada dilución que evite la desnutrición farinácea debido al predominio de carbohidratos en los teteros administrados, agravándose con un destete precoz o por madres que amamantan a sus hijos, pero están ellas desnutridas.
Hasta la próxima.
Dr. Hugo Lezama Hernandez.
Pediatra Puericultor. Egresado de la Universidad de Oriente (UDO).
Miembro de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.Filial Bolívar.
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