Olga Ramos caminó durante días a través de la selva, cruzando ríos, escalando cerros y cargando a una niña en pañales a través de un fango tan profundo que parecía que se las tragaría enteras.

En el camino, se cayó varias veces, pasó a un niño discapacitado que tenía un ataque de pánico y vio el cadáver de un hombre con las manos atadas a su cuello.

Ramos, de 45 años, forma parte de un movimiento extraordinario de venezolanos que van a Estados Unidos.

De 2015 a 2018, en el peor periodo de la crisis en Venezuela, la detención de migrantes venezolanos en la frontera sur de EE. UU. jamás superó las 100 personas al año, según las autoridades estadounidenses.

Este año, más de 150.000 venezolanos han llegado a la frontera.

La mayoría de ellos se han animado a emprender este viaje terrible, y a veces mortal, porque se ha corrido el rumor de que Estados Unidos no tiene forma de devolver a muchos de ellos.

Lee el reportaje completo ingresando al New York Times

Julie Turkewitz y 

Julie Turkewitz, la jefa de corresponsalía de los Andes, y Federico Rios, fotógrafo del Times, pasaron días recorriendo el Tapón del Darién y hablando con migrantes venezolanos para reportear esta nota.

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