Varios soldados revisan un vehículo en un control cerca de la ciudad siria de Jableh este 14 de marzo. EFE/ Yahya Nemah

Al menos 4.711 civiles sirios han sido asesinados -1.805 en ataques de base sectaria- en los primeros cien días tras el derrocamiento del régimen del presidente Bachar al Asad, anunció este martes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

La organización, que reporta sobre las violaciones a los derechos humanos en Siria desde el inicio de la guerra civil en 2011, denunció también la existencia de «un estado de caos que prevalece en la mayoría de las regiones de Siria».

El Observatorio «registró la muerte de 4.711 civiles, repartidos en 4.172 hombres y jóvenes, 345 mujeres y 194 niños» entre el periodo que extiende entre el pasado 8 de diciembre hasta el 18 de marzo.

Las bajas militares las cifró en 1.605.

«Todos fueron asesinados en diversas circunstancias y en distintas zonas de Siria» destacó este organismo de seguimiento de conflictos, con sede en el Reino Unido y que cuenta con una amplia red de colaboradores sobre el terreno.

Según el Observatorio, 1.805 casos fueron ejecuciones en el campo y asesinatos basados ​​en «la identidad sectaria y la afiliación al régimen anterior».

La mayor parte de estas muertes ocurrió en marzo, en paralelo a ataques perpetrados a cabo por militantes pro Asad en la costa siria contra puestos de control pertenecientes a los Ministerios del Interior y de Defensa sirios, concretamente el pasado 6 de marzo, denunció el organismo.

Antiguo régimen

En el informe se señala también que la caída del antiguo régimen estuvo acompañada de un estado de caos en la mayoría de las regiones de Siria, situación que «fue aprovechada por individuos cobardes para apoderarse de bienes públicos en beneficio propio».

La ofensiva relámpago llevada a cabo por la alianza dirigida por los islamistas de la Organización para la Liberación del Levante (HTS, en árabe) derrocó al régimen de Al Asad con relativamente pocas bajas y la represión y violencia política se matuvo estable durante algunos meses, desde finales de febrero la situación cambió radicalmente.

El ataque coordinado y organizado por grupos leales a Al Asad en las regiones mayoritariamente alauitas del oeste del país contra miembros del Ministerio de Defensa desembocó en una represión que se saldó con numerosas ejecuciones extrajudiciales y actos de venganza a manos de las fuerzas de seguridad y grupos próximos al nuevo gobierno de Damasco.

La minoría alauita es la rama del islam chií que profesa el clan Al Asad y que fue favorecida durante más de medio siglo de mandatos concatenados del padre, Hafez, y de su hijo, Bachar. Particularmente, ocupaban cargos en los aparatos de seguridad del régimen.

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