Israel ha desplegado helicópteros de combate para frenar a los cientos de drones iraníes que surcan los cielos del país. Según los registros públicos de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI), en torno al 17 de junio, empezaron a implementar esta medida para minimizar los gastos derivados del uso de la Cúpula de Hierro.
Para quienes no lo sepan, la cúpula es un sistema de defensa antimisiles compuesto principalmente por radares de detección y lanzamisiles manejados por un centro de control defensivo que analiza el impacto que puede tener el proyectil sobre la población y la economía nacional.
Este «escudo» es muy eficaz para interceptar cohetes o misiles a larga distancia, pero su utilización implica un gasto de capital inmenso, mientras que los Shahed, drones «básicos», apenas cuestan 30 mil dólares. Un monto mínimo en comparación con los Arrow, cohetes antiaéreos de Israel que ya en 2007 costaban aproximadamente 3 millones de dólares.
Los drones se han convertido en un dolor de cabeza para las autoridades israelíes, que han perdido demasiado capital en este destructivo conflicto que ha cobrado la vida de más de 220 ciudadanos de Irán.
Israel ha optado por recursos más económicos para lidiar con las molestas oleadas de drones: desplegar a los Saraf, helicópteros norteamericanos adaptados a sus necesidades militares para neutralizar las naves enemigas. Esta estrategia busca reservar los recursos de la Cúpula de Hierro para amenazas que realmente lo requieran.
Obviamente, la implementación de los Saraf para enfrentar la amenaza no es tan eficaz como la cúpula, además de que pueden ser confundidos por fuego amigo.
Esta situación podría implicar el desarrollo de nuevas estrategias y herramientas adaptadas a sus circunstancias. ¿Quiénes creen que ganarán esta carrera del ingenio táctico? Las fuerzas de Israel o Irán.
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