Hasta 34,5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en la región del Sahel a causa de la crisis provocada por la violencia y agravada por la inseguridad alimentaria, los desplazamientos y el cambio climático, advirtieron este viernes las Naciones Unidas.
En un informe publicado hoy, la ONU alertó de que una de cada tres personas necesitan ayuda y protección en varios países de África occidental, incluyendo Burkina Faso, Chad, Mali, Níger, la región camerunesa del Extremo Norte y el noreste de Nigeria.
Los conflictos y la violencia han provocado un empeoramiento de la seguridad en la región, según la organización, donde en 2022 se registraron al menos 4.555 muertes, un 42 % más que en el año anterior.
Asimismo, en lo que va de 2023, más de 1.500 personas perdieron la vida.
«La inseguridad está desplazando a comunidades enteras en todo el Sahel y fuera de la región, lo que dificulta la cohesión social y contribuye a una crisis alimentaria y nutricional que afecta a 11,2 millones de personas», destaca el informe.
Por otro lado, las inundaciones estacionales en la región, que también se enfrenta a la desertificación, dejaron en 2022 más de 1.000 muertos y 2,9 millones de desplazados, mientras 1,5 millones de hectáreas de tierras de cultivo se vieron destruidas.
Así, de una población total de 109 millones de personas, la ONU concluyó que 24 millones necesitan ayuda y, de estos, cerca de 6 millones, de las cuales más de la mitad son menores, se encuentran en una situación «catastrófica» (el nivel más alto de necesidad).
«La crisis del Sahel es una grave preocupación humanitaria. Si continúa la tendencia actual, un número cada vez mayor de personas no podrán satisfacer sus necesidades básicas”, señaló el jefe de la Oficina Regional de Asuntos Humanitarios (OCHA), Charles Bernimolin.
En 2023, la ONU estimó que 6,6 millones de personas en el Sahel se han visto forzadas a abandonar sus hogares debido a conflictos y violaciones de los derechos humanos.
Asimismo, según la organización, un 75 % de esos desplazamientos son a causa de «los ataques de grupos armados no estatales y el temor a ataques inminentes», que también afectan a trabajadores humanitarios.
«Esta visión general de las necesidades debería animar al mundo a prestar atención a esta región, y a los donantes a aumentar su financiación», reclamó Bernimolin.
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