La guerra en la Franja de Gaza está provocando una crisis medioambiental «sin precedentes» por la contaminación del suelo, el agua y el aire y los «daños irreversibles» en los ecosistemas naturales, advirtió este martes el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
«La población de Gaza no solo está lidiando con un sufrimiento incalculable por la guerra en curso, sino que los importantes y crecientes daños ambientales en Gaza podrían encerrar a su gente en una recuperación larga y dolorosa», afirmó en un comunicado Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, con sede en Nairobi.
«Todo esto perjudica a la salud de la población, la salud alimentaria y la capacidad de recuperación de Gaza», añadió Andersen, cuya agencia publicó este martes un informe preliminar como respuesta a una petición formulada por las autoridades palestinas el pasado diciembre.
Esa evaluación concluyó que la guerra no sólo ha «revertido» los pequeños avances que se habían conseguido -como el desarrollo de instalaciones de desalinización, el tratamiento de aguas residuales o el crecimiento de la energía solar-, sino que también ha generado unos 39 millones de toneladas de escombros.
Esos escombros suponen «un riesgo para la salud humana y el medio ambiente», al contener artefactos explosivos sin detonar, amianto o residuos industriales y médicos, además de restos humanos que deben ser tratados «con sensibilidad y de manera apropiada».
Según el informe, ninguna de las cinco plantas que trataban las aguas residuales en Gaza sigue en funcionamiento, por lo que las playas, el suelo o los ríos se están viendo contaminados con una gran cantidad de patógenos, microplásticos y químicos peligrosos.
El suelo y el agua se han visto también contaminados por los metales pesados y las sustancias químicas explosivas de las municiones desplegadas en toda Gaza, una situación agravada por la destrucción de paneles solares, que puede liberar, por ejemplo, plomo.
Además, cinco de las seis plantas que gestionaban los desechos sólidos en la Franja quedaron dañadas y, a fecha de noviembre de 2023, 1.200 toneladas de basura se estaban acumulando diariamente cerca de los campamentos y los refugios donde se aloja la población gazatí.
Túneles excavados por la gente de Hamás
El PNUMA alertó también sobre los riesgos que podrían presentar los túneles excavados por la organización islamista palestina Hamás y su destrucción por parte de Israel.
«Dependiendo de los estándares de construcción de los túneles y de hasta qué punto se está bombeando agua hacia ellos, la evaluación preliminar advierte de riesgos a largo plazo para la salud humana por la contaminación de las aguas subterráneas y para los edificios construidos sobre superficies de terreno potencialmente inestables», subrayó la agencia.
Debido a la situación de seguridad y restricciones de acceso, el PNUMA tuvo que elaborar su informe preliminar con herramientas de monitoreo remoto -como imágenes satelitales-, datos de entidades técnicas palestinas, consultas con socios multilaterales y documentos sobre el trabajo en el terreno de la ONU, además de literatura científica.
Más de 37.000 personas han perdido la vida en Gaza, la mayoría mujeres y niños, y más de 85.000 han resultado heridas, según el Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás, desde que Israel lanzó su ofensiva en la Franja, tras el ataque sorpresa lanzado por el grupo islamista el pasado 7 de octubre en suelo israelí.
En ese ataque murieron más de 1.200 personas y fueron secuestradas otras 251.
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