¿Cómo era posible que se usaran para unas calles tan angostas unos vehículos tan grandes?

Pues de esa manera sucedía con los vehículos que rodab14an entre las incomodas cuadras de la capital, podemos recordar uno de los más famosos eran los Cadillac convertibles, los bellos y elegantes Buick, los enormes Chraylers, Hudson, Oldsmobile, Packard, Nash, Mercury, Ford, Chevrolet, la “flechita” Studebaker y otros más.

Algunas familias adineradas o algunos “pavos” de la época, apoyados por sus padres obtenían especiales y costosísimos Mercedes Benz, Rolls Royce, Faetones y muchas marcas europeas.

La idea al principio era que los carros debían servir para las personas que vivían retirados, Petare, Guarenas, Guatire, Los Caobos, Los Chorros, La Florida, Sabana Grande, El Valle, Altamira, Bello Monte, El Valle, Antimano, La Vega, o ir a las playas del litoral guaireño, Catia La Mar, Macuto, Naiguatá, para pasar el fin de semana, o Semana  Santa, Carnavales y vacaciones en julio y agosto.

Con el tiempo tomaron la decisión llevarlos y usarlos en el centro de la ciudad, pero a determinadas horas, como a las siete u ocho de la mañana y a las cinco o seis de la tarde, trancando el tráfico en forma desesperada.

Los fiscales de tránsito usaban pantalones bombachos, acompañando con altas botas negras, gorras con doble vicera y un palo que servía de garrote “para los alzaos”  tratando de aliviar la situación reinante, no se les permitía estacionar en ningún lugar, si tenía que esperar o buscar a alguien debía recorrer y dar la vuelta a la manzana en sentido de la flechas colocadas para el efecto.

Fuera del centro en cambio se podía estacionar donde quisiera, no existían los remolques, ni boletas, ni calcomanías y nadie rompía ni robaba los carros, por  lo cual existía suficiente confianza.

Los conductores (era obligatorio, y tenía que ser mayor de 18 años)  debían tener título oficial para poder conducir, estos eran unos carnet, tipo libretica, con varias páginas y hechos en un papel de calidad de color verde y empastados en una gruesa piel de color rojo, olorosa a buen cuero, esta contenía los datos personales de quien la poseía, con una foto de carnet en  su interior y espacios en blanco, porque si se cometía alguna infracción se le hacía saber por escrito, se dé un amigo que después de mantener su título por más de 30 años sin ninguna infracción, un vil ladrón lo despojó al arrebatarle la cartera, lo cual le dolió en el alma.

El Touring Club de Venezuela, también se preocupaba por las buenas condiciones de todos los carros y de sus conductores, organizaba competencias automovilistas con regularidad en las que podían participar las mujeres, los carros salían desde El Paraíso, recorriendo la avenida Sucre, pasaba por San Bernandino, La Florida hasta llegar a Altamira, donde culminaba el rally.

La velocidad máxima permitida era 30 KPH, en los recuerdos queda que: en el año 1948 participó un dama muy elegante, no le dieron premio por la más elegante por que no existía, pero le dieron un “premio de consideración” ¡había llegado de última!

Todo esto combinado con los autobuses “chingos” marca Internacional, Reo y otros donde se trasladaban los parroquianos; autobuses vetustos pero muy efectivos, con un conductor que de igual manera era el cobrador y una maquina donde se iban contando los pasajeros, este conductor estaba en la obligación de saber todas las direcciones, y, se paraba en cualquier esquina donde fuese más cómodo para el usuario.

También existieron unos vehículos “por puesto”, sumamente antiguos, pero muy bien mantenidos. En la Florida existió uno marca Cadillac, convertible, de siete puestos, el cual salía desde El Silencio, (antes se llamaba El Tartagal) vía El Conde, el cual manejaba un señor de tez oscura parecido al Gran Lotario, este señor trabajaba desde muy temprano (5:00 a.m) hasta altas horas de la noche.

En ese entonces la circulación de los buses era hasta la una de la tarde, si se perdía la oportunidad, la única solución parar llegar a nuestro destino era caminando, lo que todo mundo hacía con la mayor conformidad y con mucha seguridad.

Han pasado los años, esto no ha cambiado nada, cada día son peores las colas en las calles y avenidas y hasta en los lugares donde funciona el metro, la descortesía de muchos conductores hacia el usuario, la inseguridad, la falta de combustible, y los fiscales de tránsito (dependían del Ministerio del Transporte) que conocimos vestidos de pantalón marrón, camisa de kaki, con gorra y algunos armados con un revolver calibre 38. Ahora son iguales pero dependen de la Alcaldía, con uniformes de colores vivos y un curso INTENSIVO de “matraca” adicional, si no lo aprueba, no lo aceptan como agente de transito.

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store